Sr. Director:

Leo un artículo actual y oportuno de Alejandro González-Varas Ibáñez, Profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Zaragoza (www.aragonliberadl.es), que asumo totalmente. Lo titula "Santiago Apóstol, Patrón de España". Con gran claridad en su mente, expresa: 

"Parece manifiesto que los símbolos religiosos, como pueden ser una cruz, o una imagen de la Virgen, forman parte del paisaje de nuestras ciudades y campos. En un país como el nuestro no puede extrañar que suceda así como consecuencia de nuestra historia y, por qué no decirlo, de las creencias que en la actualidad comparten varios millones de españoles.

Algunos de los lugares donde se pueden contemplar estos símbolos son dependencias de instituciones públicas. Para una buena parte de la población eso no significa que estemos en un Estado confesional o que se produzcan discriminaciones religiosas. Es, sin mayores complicaciones, algo que siempre ha sido así, que no perjudica a nadie, y que nos recuerda un elemento de nuestra cultura. Sin embargo, es también cierto que algunos ciudadanos no comparten este planteamiento e incluso han reclamado la supresión de estos signos de los espacios públicos.

Cerca de nosotros tanto en el tiempo -25 de abril- como en el espacio -salón de plenos del Ayuntamiento de Zaragoza- encontramos que un grupo político presentó una moción solicitando la remoción del crucifijo que preside ese lugar. En la votación plenaria obtuvo clara mayoría de votos su permanencia. Como bien explicaba el Alcalde, se trata de una obra de arte que lleva en este lugar desde el siglo XVIII, y no ofende a nadie, por lo que su presencia está asegurada.

Es una respuesta que entronca perfectamente con las soluciones ofrecidas en otros países de nuestro entorno ante casos paralelos. De este modo, tanto el Tribunal Constitucional Federal alemán como el Consejo de Estado y varios tribunales de Italia, han entendido que los crucifijos pueden permanecer en las escuelas porque, aparte de su valor religioso, se trata de un símbolo de la historia y de la cultura de cada uno de estos países. Por ello su presencia no compromete en modo alguno la neutralidad de los centros de enseñanza públicos.

Asimismo, el mencionado tribunal alemán ha sostenido que no hay nada que objetar a la bendición de la mesa en los comedores de las escuelas públicas porque no resulta ofensivo para nadie y supone una costumbre inveterada. Si cruzamos el Atlántico, encontramos que en Estados Unidos se reclamó hace unos meses que se trasladara la estatua de Moisés ubicada en el Capitolio de Washington. Según los solicitantes suponía un riesgo para la neutralidad religiosa de los poderes públicos.

La respuesta fue tan inamovible como la propia escultura: Moisés fue legislador y por ello puede quedarse en el Capitolio, sin que pueda atisbarse privilegio alguno hacia ninguna religión. Los ejemplos podrían multiplicarse. Baste indicar, por exponer alguno de España, una sentencia del Tribunal Supremo dictada en 1990, y otra del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía del año 2003.

Han entendido que la presencia de imágenes o inscripciones relacionadas con la Virgen en escudos oficiales como los de la Universidad de Valencia o de la localidad de Lucena (Sevilla), responden a tradiciones y motivos históricos y, de ninguna manera, suponen un deseo de privilegiar a ninguna religión. Por tanto, tampoco aquí hay riesgo para la neutralidad religiosa de estas instituciones públicas. Estos pronunciamientos habrán tranquilizado al apóstol Santiago, que podrá continuar siendo patrón de España sin que nadie le acuse de ensombrecer la aconfesionalidad del Estado. Y los asturianos podrán continuar contemplando su bandera tal como la han visto desde que nacieron".

Yo creo que es una mala política esa de retirar símbolos religiosos e históricos. Las razones que se esgrimen no son sino astucias que encierran el odio a la cultura y a la religión del pueblo.

Josefa Morales

josefamorales40@gmail.com