Sr. Director:

El aborto ha saltado a la palestra desde la práctica ilegal y con él, el testimonio de las implicadas. Muchas mujeres reconocen ahora el trauma post-aborto ligado a pesadillas y depresión.

Otras dan gracias a Dios porque han logrado reconciliarse consigo mismas a través del sacramento de la Confesión de la Iglesia. El aborto nunca ha sido solución, más bien ha generado más dolor del que existía previamente: mujeres destrozadas por haberse deshecho del hijo que palpitaba en su seno.

Acallar la conciencia es difícil, y a veces imposible, por eso sería preferible rechazar el acto sexual si una no se responsabiliza de la vida que va a engendrar. La vida: esa maltratada que sólo sirve de eslogan para defender a los animales. La vida que Dios nos ha regalado no sólo no la apreciamos sino que somos capaces de destruirla y verterla en el cubo de los desperdicios.

Dios nos pedirá cuentas de la tutela de nuestros hijos. Dios pedirá cuentas a la cobardía de los gobiernos por no haber puesto diques al aborto.

Eva N. Ferraz

ctellez88@gmail.com