El mundo de la hechicería se ha popularizado enormemente gracias al éxito inesperado de la saga Harry Potter que convirtió a la desconocida Rowling en la 12ª mujer más rica de Gran Bretaña en sólo cinco años.
Según Amorth, presidente de la Asociación Internacional de Exorcistas: detrás se esconde la firma del rey de la oscuridad, el diablo, por sus abundantes referencias positivas a la magia, sabiendo que ésta siempre es un arte satánico. Recordemos que en la escuela de Potter se enseña una brujería que es inquietantemente real en sus detalles, con episodios auténticos y pociones auténticas, pero al lector no se le dice que en el mundo verdadero del satanismo, parte de los hechizos y las actividades, o bien exigen la posesión demoníaca personal del brujo para realizarlos, o es indispensable un sacrificio humano.
Harry y sus amigos aprenden sistemáticamente todos los caminos del verdadero satanista sin sufrir las consecuencias malignas asociadas y nos transmiten que el mundo real está formado por seres despreciables y hasta repugnantes (los muggles), mientras que el ámbito de la hechicería es tan fantástico que colma todas las ansias de felicidad.
Enseñar a la infancia a venerar las obras satánicas es impropio de una escritora de literatura juvenil. Pero peor es que los padres compren estos libros.
María Ferraz