El obispo de Mondoñedo, monseñor Gea Escolano, lo ha dicho muy claro: El diputado español que apruebe el proyecto de equiparación de parejas homosexuales al matrimonio no podrá comulgar si no se confiesa antes. Monseñor Gea tiene fama de "talibán" en la Conferencia Episcopal, pero tan sólo explica lo que dice la Doctrina Social de la Iglesia y pide a los católicos coherencia con su fe. ¿Es mucho pedir?
Pues bien, Gallardón y Zaplana quieren desvincularse de la Iglesia, no sea que les manche. Gallardón ya había afirmado en una entrevista en El País que el PP debía de adaptarse a un electorado diferente. Ahora dice lo mismo, en el mismo diario, pero por debajo de la mesa. Igualmente, se suma a esta campaña de supuesto "aggiornamiento" –desnaturalización, dicen otros peperos- Eduardo Zaplana, conocido en Génova como Emidio Tucci por su afición al buen porte y la sonrisa "propias de un jefe de planta de El Corte Inglés".
Por cierto, que Zaplana se permite practicar el desplante al presidente de la Generalidad valenciana, Paco Camps, gracias a sus buenas relaciones personales y políticas. Este verano se le ha visto navegando con Alejandro Agag, ya saben, el cuñadísimo de Aznar. Con esos padrinos el ex alcalde de Benidorm se permite casi todo. Mientras se lo aguanten.