Es decir, que Florentino Pérez está desolado porque Fernando Martín y Ramón Calderón completaron la tarea que él inició. Los miles de chavales que juegan al fútbol en Madrid saben que nunca llegarán al primer equipo, porque cuando quieran abrir esa puerta ¡Oh capitán, mi capitán! habrá fichado a Kaká.
Un equipo grande es el que hace grandes jugadores, no el que los ficha. Los fichajes, resulten buenos o malos, son profesionales, es decir, mercenarios, a los que la razón social les importa muy poco. Si, además, son contratados por cifras astronómicas convierte en tristísima realidad futbolera las palabras de Benedicto XVI: Sin austeridad no se puede combatir la pobreza. ¿Humildad deportiva -y humana- de personajes que cada vez que golpean el balón se embolsan cientos de euros? Menos pitorreo.
Pero, eso sí, Pérez está desolado.
Eulogio López
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