El titular de El País es demoledor, traumatizante. "El obispo de Canarias expulsa a un profesor por ser gay y casado". A un profesor de religión católica, se entiende.

¿Sera posible ¡Malditos curas fascistas! Me encanta: esta es un de esas ideas-fuerza, absolutamente disparatadas, que nos tragamos como borregos.

Veamos: se llama Luis Alberto González. Era sacerdote, pero colgó los hábitos para matrimoniar con su pareja, que no era una señora, sino un señor.

Eso está muy mal: no tenía que haberlo echado, tenía que haberse marchado
Ahora bien. Si el señor González es homosexual y ha perpetrado homomonio, es decir, que cree y vive en la homosexualidad, un desorden natural condenado por la Iglesia, ¿por qué narices va a enseñar doctrina católica a los niños No es que el cura González deba ser expulsado: es que él debería haber dimitido de inmediato, no por conciencia, sino por coherencia. No es despido, es baja voluntaria. Lo que pasa es que él prefería seguir cobrando el estipendio.

Pero al parecer no. Nuestro hombre es moderado y se explica así: "Siempre estarán los que digan que la Iglesia es un club; si no quieres estar, te vas. Yo, sin embargo, defiendo, y he sido sacerdote, que desde dentro se puede ayudar a transformarla". Es decir, que el cura González quería ejercer de quinta-columnista. Lo cual puede resultar muy interesante, ya lo creo, pero los de la quinta-columna lo que quieren es destruir la institución, partido, ejército, sociedad o colectivo donde se infiltran. Y si les pillan les detienen o fusilan. Aquí sólo le han echado.

Cuánta razón tiene usted mosén González: la iglesia es un club abierto. Si aceptas sus normas, es decir, su doctrina, estás dentro; si no lo aceptas, estás fueras. Eres libre para entrar y libérrimo para salir. Con una libertad que no existe en empresas, instituciones o países. Para lo que no eras libre, príncipe, es para intentar destruir el club, a ser posible desde dentro. Todavía recuerdo el caso de aquel importante canónigo de la Transición, empeñado en pegarle patadas en la espinilla a la jerarquía y a los fieles 'conservadores'. Un amigo suyo le dijo: "¿No entiendo por qué no cuelgas los hábitos y te vas con una mujer estupenda A lo que el preguntado respondió: "porque desde dentro puedo hacer mucho más daño a la Iglesia".

Nuestro hombre, el profe de religión cesado, ha dado muchos sermones porque, a renglón seguido, nos explica otro deseo: "la propia Iglesia tiene que revisarse, asumir con normalidad estos debates y afrontarlos". Muy bien, don Luis Alberto: precisamente lo que el obispo de Canarias, Francisco Cases, el malo de esta peli, ha hecho es precisamente eso, comportarse con normalidad, esto es, aplicar la norma. De otra forma, él también debería colgar los hábitos.

Y lo de los debates es buenísimo: ya se sabe que cuando un político pide abrir un debate no es que quiera debatir: es que ya ha llegado a la conclusión y desea imponerla a los demás bajo capa de diálogo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com