"¿Otro gesto?, ¿con qué resultado?, ¿para gestionar el doble gesto?"
Aunque Moratinos considera que "las cinco palabras" del Rey estuvieron bien, se muestra más partidario de las gestiones que de los gestos. Y eso a pesar de que se ha vinculado al Rey con el supuesto golpe de Estado de 2002 y se ha insultado a los españoles afirmando que cortábamos las gargantas de los indígenas.¿No sería necesario otro gesto?, le preguntaban en la mañana de este jueves. "¿Otro gesto?, ¿con qué resultados?, ¿para gestionar un doble gesto?", ‘responde' Moratinos. Y más: "Fue el gesto del Jefe del Estado el que provocó la irritación del presidente venezolano". ¿Alguien da más? Moratinos. "El gesto declarativo del presidente fue firme en defensa de todas las instituciones, incluida la monarquía; le honra a él y a Aznar", señala. Vamos, que Moratinos está mosqueado porque las consecuencias del ‘gesto' aplaudido del Rey las tiene que gestionar él. Mejor Zapatero que el Rey, viene a sugerir. "Menos gesto y más gestión", concluye.
Y la "gestión" consiste en pedir "respeto" y "esperar" a que la tormenta escampe. "Esperemos que se enfríen las declaraciones y contradeclaraciones; tenemos un problema de interlocución". ¿Llamar a consultas al embajador? Moratinos considera que es el último recurso porque "quizás por deformación profesional, el embajador debe de proteger los intereses en los momentos de crisis".
Así que su trabajo es defender los intereses. "De nuestros ciudadanos, pero sobre todo de nuestros empresarios", señala Moratinos en un ejercicio de conversión de la diplomacia hacia una vía comercial. Un exceso. Porque el canciller habla abiertamente de la "satisfacción" de los empresarios por la labor de la diplomacia española en la defensa de los "beneficios de las inversiones". ¿Y qué pasa con los 300.000 españoles en Venezuela? Conviene recordar que la ‘revolución bolivariana' se ha llevado por delante la propiedad agrícola de muchos de estos españoles y que su seguridad jurídica y personal está en riesgo. Ni una sola mención por parte de un canciller que considera que "la diplomacia del siglo XXI requiere serenidad, firmeza, pero no gestos innecesarios".