"El ciclo en la eurozona puede estar alcanzando su madurez". La Comisión Europea recorta una décima la previsión de crecimiento para la eurozona y reconoce el incremento de riesgos a la baja. El BCE decide mantener invariados los tipos en el 4% a pesar de la revisión al alza de la previsión de inflación

La Comisión Europea reitera que las turbulencias financieras tendrán un efecto "moderado" en el crecimiento de la zona euro en 2007. Sin embargo, da la impresión de que se trata de un discurso tranquilizador para la parroquia. Por una parte destaca la resistencia de la economía europea frente a los choques internos, pero en su informe trimestral, la Comisión reconoce que la crisis financiera y el posible ‘aterrizaje brusco' de la economía americana aumentan los riesgos a la baja.

¿En qué basa la fortaleza europea para "capear el temporal"? En realidad la Comisión no es muy clara y tan sólo explica esta robustez en lo saneados que se encuentran los balances de las compañías. No es correcto. Lo saneado son las cuentas de resultados, no los balances. Los endeudamientos del sector constructor e inmobiliario español son de escándalo. Es verdad que las compañías cotizan con PERs relativamente bajos, pero también es verdad que arrastran un apalancamiento difícilmente soportable en momentos de tribulación.

Total, que aunque Almunia había dicho que no tocaría las previsiones de la Comisión de Primavera, el Ejecutivo comunitario ha decidido que ‘donde dije digo, digo Diego' y prevé que el PIB comunitario crecerá en el 2007 un 2,5%, una décima menos que en Primavera. Es poco, pero es. El propio director de Asuntos Económicos, Klaus Regling, reconoce que el ciclo en la eurozona "puede estar alcanzando su madurez". O sea, que el nº2 de Almunia certifica que estamos ante un cambio de ciclo, un agotamiento del ciclo expansivo. Y eso hace difícil que Francia cumpla en plazo los criterios de estabilidad y que el Viejo Continente afronte las reformas necesarias para garantizar el sistema de bienestar en un continente envejecido.

La puntilla es la crisis financiera que sigue secando los mercados. Una sequía que se alarga y que amenaza con convertir esta crisis de liquidez en crisis de solvencia. Lo que está claro es que el crédito se endurecerá, que las condiciones para obtener financiación se encarecerán y que todo eso provoca parón en el consumo y en la inversión.

Por otra parte, la Comisión también ha revisado al alza sus previsiones de inflación del 1,9 al 2% debido al encarecimiento de las materias primas. A pesar de ello tanto el BCE como el Banco de Inglaterra han decidido en la mañana de este jueves mantener invariables los tipos de interés en el 4% y 5,75% respectivamente. Señal inequívoca de que los bancos centrales no quieren entorpecer un crecimiento que está en duda, aunque repunte ligeramente la inflación.

Conviene recordar también que tanto el FMI como Standard & Poors han manifestado la necesidad de recortar a la baja sus previsiones económicas para la eurozona. Las restricciones financieras hacen que el dinero se mueva más lento. Y eso es parón económico. Si a eso se le suma las expectativa de que la economía americana sufra un aterrizaje suave, no tenemos un constipado cuando Estados Unidos estornude, sino un gripazo de mil demonios. Y la Comisión comienza a avisar.