Una vez que los mercados se encuentran calmados, pelillos a la mar. Europa pierde la oportunidad de disciplinar a la economía financiera. La crisis regresará más pronto que tarde
No se ha vuelto a ver a la canciller alemana Ángela Merckel sobre la necesidad de convocar al G8 para afrontar la crisis de los mercados financieros. Europa ha decidido no enderezar a los ‘hedge funds'. Por supuesto, el resto de la economía especulativa queda fuera de la furia de las autoridades de Bruselas. Nada. Una vez lograda cierta calma en los mercados, pelillos a la mar.
De esta manera, Europa pierde su gran oportunidad para enfrentarse a los peligros de la economía especulativa. Podría aprovechar la ocasión para establecer una tasa sobre la especulación, sobre aquellos inversores que no aguantaran determinado tiempo sobre un activo. Y ya de paso, podría aprovechar para cerrar el paso a los fondos golondrina y a la emigración financiera a los paraísos fiscales.
Pero no se han atrevido. Han optado por permanecer silentes, por la tirita de la inyección financiera del BCE y de la Reserva Federal. A lo mejor es que nuestros gobernantes no se atreven a enfrentarse con el poderoso Don Dinero, el verdadero rector de los gobiernos. O a lo peor algún comisario espera algún puesto de retiro similar al de Alan Greenspan. Aquel que alertaba contra la exuberancia irracional (es decir, la especulación) se ha convertido en asesor de la Banca de Inversiones del Deutsche Bank. Paradojas del destino.
Y sin irnos tan lejos, nuestro ex presidente, José María Aznar, ha fichado como asesor del fondo de inversiones especulativas domiciliado, ¡ay! en el paraíso fiscal de las islas Caimán. Así que está visto que el poder y el dinero son extraños compañeros de cama. Mejor no enfrentarse con la parienta.
Mala estrategia. Porque en el fondo todos saben que colocarles una red a los especuladores y no disciplinarles es la mejor garantía para que la crisis nos ofrezca réplicas más pronto que tarde. Es el sistema. Y la cobardía.
Luis Losada Pescador