Sr. Director:
Algo estamos haciendo muy mal, para que muchos de nuestros hijos salgan como están saliendo y hagan las cosas tan deleznables que están haciendo.
Cuando jugamos al relativismo moral mientras andamos a la búsqueda de unos mínimos éticos comunes y consensuados nos lleva a despreciar el valor absoluto y sagrado de toda vida humana.
Y, es que no es la primera vez, que los medios de comunicación dan cuenta de cómo la violencia se está convirtiendo, para algunos jóvenes españoles, en un modo de divertimento. Recientemente, los españoles se han levantado con el sobresalto de la agresión inflingida por un joven barcelonés a una joven ecuatoriana en el metro de la Ciudad Condal. No puede ser normal por muy borracho que diga que estaba; ni puede ser normal quien viendo esa agresión se queda pegado al asiento sin defender a la persona agredida.
En otra ocasión unos jóvenes prenden fuego a la casa de un anciano, y lo queman vivo, unas niñas matan a una amiga para ver que se siente. Otros raptan a una muchacha, la violan, la atropellan varias veces y la queman viva, no pueden ser normales. Según datos de las fiscalías, en 2005 más de 6.000 menores hayan sido denunciados por sus propios padres por las agresiones a las que esos menores los sometían, no es normal.
Que haya niñas que se quedan embarazadas a los 11 años no es normal, ni lo es quien propone el aborto como única solución. Que según datos del CSIC, en 2005 casi 12.900 españolas menores de 19 años, de ellas 423 menores de 15 hayan abortado, no es normal; ni lo es que presuntas asignaturas de ciudadanía les enseñen que la promiscuidad es lógica y que ante los embarazos no deseados la solución es el aborto.
Josefina Galán
josefina.galanm@terra.es