Acabemos con la Monarquía, acabemos con el Gobierno, acabemos con el PP, acabemos con el Parlamento, acabemos con las empresas, acabemos con la Iglesia (esto, lo primero de todo), acabemos con todo menos con los acabadores, menos con nosotros mismos, los liquidadores.
En Hispanidad ya hemos repetido, hasta demasiadas veces, que el único problema de España es el cainismo, que nos lleva a vivir en permanente guerra civil. Ahora tengo que añadir algo más: junto a nuestro cainismo, con él y en él, nos hemos vuelto, además, iconoclastas. Y el problema del iconoclasta, no lo olvidemos, radica en su éxito, no en su fracaso. El iconoclasta destruye todo y no construye nada. Es un tipo, por tanto, peligroso. Y, al igual que el cainita, encuentra terreno abonado en época de vacas flacas y de gordos cabreos.
Basta con encender la enloquecida y vulgar televisión española para ver la histeria con la que se trata cualquier caso de corrupción o presunta corrupción. Si no convirtiéramos en espectáculo televisivo (¡qué medio, cada día me parece más frívolo!) cada irregularidad y dejáramos trabajar a los jueces (en cuyo trabajo tampoco creo, pero no tenemos otro remedio que aceptarlo) no sufriríamos el estado de depresión colectiva, donde todo parece podrido.
Y naturalmente, de esa permanente guerra civil entre españoles se aprovechan los de fuera. Les pongo un ejemplo: los chisgarabís cretinos de Financial Times se han permitido asegurar que nadie debería depositar su dinero en la banca española. Precisamente lo dice un país como Reino Unido, desindustrializado, y que vive sobre una burbuja de especulación financiera, donde la City representa cerca del 15% del PIB. Lo dice un país propietario del banco HSBC, el más dado al fraude y el desfalco, así como el agente de fraude fiscal más poderoso del mundo.
Lo dice el periódico obtuso de un país donde dos de los cuatro grandes bancos (RBS y Lloyds) tuvieron que ser salvados de la quiebra por el dinero público y otro, Barclays, estuvo a punto y, encima, recibió ayudas públicas y, además, todo su equipo directivo se vio modificado por dedicarse a engañar en los mercados. Sólo se libraron de la intervención los jetas de HSBC. Y por cierto, cuando los bancos ingleses han tenido problemas -por ejemplo el Abbey National- ha tenido que recurrir a un banco español, el Santander, para sanearlo.
Es verdad, yo tampoco pondría dinero en un banco inglés. No porque pueda perderlo -los salvan con dinero público-, es que no deseo que mi dinero sirva para estafar al prójimo.
¿Creen ustedes que los ingleses pelean contra los embustes de Financial Times Nada de eso: están felices con las calumnias que expande su 'biblia financiera', la misma que se cuida muy muchos de condenar a los banqueros ingleses, los más sinvergüenzas del mundo. Pero en España no. En España amplificamos cualquier injuria, difamación o calumnia… siempre que el protagonista sea un español.
País cainita, país iconoclasta, país de idiotas.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com