Pintadas anarquistas en el parque de Bodilla del Monte dedicado a las víctimas del terrorismo, no especialmente clementes ni con los asesinados muertos ni con sus familias vivas. Cainismo, u odio al hermano, al vecino, al compatriota.

Más madera. Muere Rosalía Mera, personaje que, con todo respeto a los muertos, no era santo de mi devoción pero cuya muerte ha sido objeto de burla por los inefables compañeros de comisiones obreras en Castilla-La Mancha. Los chicos de Toxo han hecho suya aquella vieja sospecha de que el socialismo no es otra cosa que envidia, envidia de aquel al que le van las cosas mejor que a mí, algo siempre molesto. Y como Rosalía Mera era rica, pues había que burlarse de los muertos, que es siempre el paso previo para practicar el revolucionario deporte de la matanza del rico y del pobre ajeno a la causa. Y si se trataba de una compatriota, mejor que mejor.

Sí, no me caía bien un mujer, madre de un paralítico cerebral, que criticaba hasta la reformita prometida -y aún no realizada- por Gallardón, sobre la supresión del aborto eugenésico. Curioso, porque la fallecida tiene un hijo paralítico cerebral, lo que le llevó a crear la fundación Paideia, dedicada, precisamente, a ayudar a disminuidos.

Tampoco me gustó su apoyo al 15-M, cuando éste ya había degenerado en perroflautas engreídos. Con 5.000 millones de euros en patrimonio no parece adecuado apoyar a esta panda de gamberros.

Pero eso no quita, insisto y resisto, el respeto debido a los muertos, aunque sea una española millonaria.

Más cainismo. Don Alfred Bosch (en la imagen), diputado de ERC, la coalición independentista catalana, ha enviado una carta de solidaridad a don Fabián Picardo, ministro principal del Paraíso fiscal de Gibraltar. Y es que los llanitos, si lo sabrá Bosch, viven como los catalanes. Oiga y se trata de uno de los políticos más populares ¡en España!

No es más que el ejemplo arquetípico del independentista catalán como antes lo fue el vasco: no aman ni a Cataluña ni a España. Simplemente odian a España y a los españoles.

El mayor problema de España es su 'guerracivilismo'. Producto del abandono de su fe cristiana, que era la garantía de su unidad, ciertamente. Y ya saben lo que Alguien dijo: Un reino dividido no puede subsistir.

Eulogio López

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