Sr. Director:
Estos días, desde Valencia, se está reclamando una mayor protección hacia la familia. Me parece bien, ya que se encuentra amenazada por determinadas leyes recientemente aprobadas en nuestro país que contribuyen a la desnaturalización de la misma. Pero me parece que se incide mucho en las culpas que en esta situación pueda tener el gobierno, y poco en la responsabilidad que las mismas familias puedan tener en la situación que lamentan. Como muy bien se ha resaltado, una de las principales amenazas contra la familia procede del relativismo ético que impregna la cultura actual; y a ese relativismo contribuye de manera decisiva el permisivismo con el que muchos padres educan a sus hijos. Sin sentido del límite y cuando todo les está permitido, nada es bueno ni malo y todo depende de lo que apetezca en cada momento. Y eso es el relativismo ético. Cuando los hijos tienen televisión en la habitación pudiendo acceder a todo tipo de programas, y videojuegos cuyo contenido inmoral es desconocido por los padres, no hacen falta leyes laicistas para destruir la familia; la mentalidad hedonista, la ausencia de espíritu de sacrificio y la incapacidad para adquirir compromisos, son el cáncer que puede acabar con ella. Aunque es bien cierto que determinado tipo de leyes pueden acelerar o retardar el proceso de destrucción.
Federico Gómez Pardo
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