La información la tiene la agencia Zenit. Elio Sgreccia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida, la máxima autoridad de la Iglesia en la materia, ha vuelto a reafirmar la doctrina católica: investigar, es decir, destruir embriones (y se entiende por embrión el óvulo fecundado) es destruir a un ser humano. Si en algunos países, como España, pudo haber cierta confusión ante las primeras leyes que utilizaban a embriones humanos como cosas, el Vaticano ha ido aclarándola a lo largo de estos seis primeros años del siglo XXI. Benedicto XVI resumió dicha doctrina en una sola frase: Dios ama al embrión.
Ahora, tras la declaración del Parlamento Europeo, propiciada entre otros por el español José Borrell, empecinado en ella, Sgreccia recuerda que, además, la investigación con embriones termina con la igualdad de derechos en un doble sentido : países donde se respeta la vida desde la concepción y otros en los que no, además de que la investigación con embriones humanos convierte a los investigadores en seres que deciden quién puede vivir y quién está destinado a ser una cobaya de laboratorio.