El título no es mío sino de un sesudo artículo de El País. Se trata de una de esas ideas que nadie osa discutir. Ahora bien, sólo una pregunta: si ya ha provocado -el hombre, naturalmente- cinco extinciones masivas. ¿Cómo es posible una sexta
A lo mejor es que estos ateos creen en la resurrección. Claro que, como Dios no existe, a lo mejor se trata de una resurrección por evolución. ¡Cómo mola! La materia no sólo sería creadora sino que, encima, muere y resucita a conveniencia.
La pregunta de la modernidad es ¿por qué el hombre odia tanto al hombre La respuesta es: porque cuando odias a Dios acabas odiando al hombre y a ti mismo. O, como diría Chesterton, si lo natural no es sobrenatural acaba siendo antinatural.
Otra muy buena: en Europa Press, en la misma línea, nos aseguran que la bondad de los animales no tiene límite. Es cierto, no tiene límite pero tampoco tiene mérito alguno. Y puede ser cruel de ganar porque así lo dicta su instinto. Como el instinto del oso, al que le gusta despellejar en vivo a sus víctimas, que también podrían ser hombres. Lo dicho: cosas del instinto. Recuerden a los antiguos mártires cristianos del imperio romano. Preferían ser devorados por cualquier león, que te mataba en pocos segundos, antes que por el oso, que se divertía torturando a sus víctimas.
Sólo la bondad del hombre tiene mérito, aunque también sea capaz de las mayores crueldades, precisamente porque es libre.
En el siglo XXI, la única especie en peligro de extinción es el hombre. Quien, además, no desertiza la naturaleza sino que la fertiliza, al extraer todo su jugo. El resto son pamplinas del ecopanteísmo imperante. Imperante en El País, en Europa Press y en demasiadas personas e instituciones. La misericordia, con Dios y con los hombres, no con los bichos ni con la madre tierra, que es una madre bastante cruel.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com