El ex presidente del Congreso, Gregorio Peces-Barba, se tomó unas vacaciones en la vida pública después de abandonar su puesto de rector de la Universidad Carlos III. Pero hablamos de un animal político que a sus 71 años no aguanta mucho tiempo sin su minuto de gloria.
Por eso, Peces-Barba presentó este martes una fundación que, modestamente, lleva su nombre. La definición de su objetivo principal es la siguiente: una institución que nace sin afiliación ni vocación política, es la investigación, el estudio, la enseñanza, la promoción y difusión de los principios y valores inherentes al Estado de Derecho, la Filosofía del Derecho, la democracia como régimen de gobierno, la cooperación para el desarrollo y los derechos humanos. Nada de política, queda claro o no. Tampoco hace referencia al laicismo, la principal obsesión de don Gregorio, a la que ahora podrá dar rienda suelta gracias a la financiación del Banco de Santander.
En sus artículos, Peces-Barba ha defendido que la democracia ha de ser relativista. Resulta, por tanto, incompatible ser creyente con ser demócrata. En pocas palabras, los creyentes son sólo unos fundamentalistas que no saben vivir en democracia. .
La iniciativa no parece destinada a ser una de esas fundaciones marginales, ya que en ella se volcaron personalidades de todos los ámbitos. En la presentación de su nueva aventura, Peces-Barba contó con Julián García Valverde, vicepresidente de la fundación, el propio Emilio Botín, José Bono, Maria Teresa Fernández de la Vega. María Emilia Casas, Alfredo Pérez Rubalcaba, Cristina Garmendia, Carlos Dívar y Eva Almunia, secretaria de Estado de Educación, entre otros.
Ojo porque Peces-Barba ocupó el Alto Comisionado para las Víctimas cuando el Gobierno negociaba con ETA, prestando un servicio impagable a la hora de frenar los golpes a Zapatero por parte de las víctimas. Ahora, don Gregorio se destapa con esta fundación en vísperas de la votación del aborto en las Cortes y, sobre todo, de los primeros pasos de la modificación de la Ley de Libertad Religiosa. De la de 1980 Peces-Barba ya dijo que debería afectar más a la Iglesia Católica.