Los últimos discursos navideños de SM el Rey pasaron tan inadvertidos como la actividad completa de la Familia Real española desde hace unos años. Tras el breve sarampión que supuso la entrada en Zarzuela de doña Letizia Ortiz Rocasolano, la persona que más republicanos ha conseguido forjar durante los últimos años, un verdadero símbolo para los partidarios de la III República.
Quizás por ello, el discurso del pasado domingo 24 precisaba recuperar el protagonismo perdido.
La técnica elegida para ello ha sido la de entrar en la lucha partidista respaldando al más fuerte, en este caso al Gobierno Zapatero. No le habrá costado mucho, dado que las relaciones de los borbones, padre e hijo, con el Partido Popular han resultado siempre tensas, espacialmente durante la Aznarato. Por tanto, La Zarzuela ha decidido llamar la atención por el Sistema de tomar parte en la lucha política: a favor del Gobierno, en este caso. Lo único que se ha resaltado en los medios informativos del mensaje navideño ha sido lo único que merecía la pena resaltar: que el Monarca hable, a día de hoy, de que los partidos políticos deben unirse para lograr el fin del terrorismo podía haberlo dicho doña Teresa Fernández de la Vega, especialista en mensajes propagandísticos del Gabinete.
Aunque algunos periódicos como ABC y La Razón han destacado la llamada a la unidad, los dos periódicos del Sistema, han sido mucho más sinceros. El filosocialista El País, sabedor de que iba de ganador, titulaba: El mensaje del Rey constituye un acicate para seguir confiando en el proceso de paz. Que yo sepa, el único proceso de paz es el que abriera el actual Gobierno de España. La oposición y las asociaciones de víctimas se niegan a aceptar hasta la denominación proceso de paz. Y El Mundo, órgano oficioso del PP (¿O era el PP el órgano político de Pedro José?) se empeña en aprovechar el postigo del monarca entre la opinión publicada (sí, el monarca aún tiene prestigio en el Sistema, donde no lo tiene es fuera, porque los poderosos juzgan sus intereses, mientras el pueblo, más ecuánime, juzga la moral regia) y sentencia que El Rey no dijo lo que el Gobierno hubiera querido oír. Pues si no dio lo que ZP quería escuchar, la verdad es que se quedó justo a las puertas.
Y no vale la disculpa de que el Jefe del Estado debe seguir el guión que maca el Gobierno elegido. En primer lugar, la Constitución no dice que haya que dejar sin voz a la función moderadora de la Corona. Pero, además, el mensaje navideño siempre se consideró la única alocución directa entre el Jefe del Estado y el pueblo, sin intromisiones gubernamentales.
El monarca sabe perfectamente que pedir unidad a los partidos en este momento es interpretado como una exigencia de apoyo a Zapatero. Especialmente, si plantea esa unidad como una necesidad para terminar con el terrorismo. No es que el PP no quiera acabar con el terrorismo. Simplemente no está dispuesto a hacerlo a cualquier precio.
El apoyo del Jefe del Estado al Jefe del Gobierno puede alejarle aún más a los votantes del PP sin que le atraiga ninguna simpatía de quien nunca se la ha profesad del votante del PSOE.
¿Quién aconseja a Su Majestad? ¿O es él mismo?
Eulogio López