El Gobierno Zapatero quiere obtener documentación sobre la dotación de ocho hospitales madrileños y del 'handling' de la T-4 para incriminar a Esperanza Aguirre. El anterior presidente de Siemens España, Eduardo Montes, ha sido desposeído de todas sus prebendas por Francisco Belil, quien pretende mantener su posición de privilegio en España sin entrar en la batalla política. Por si fuera poco, los norteamericanos, que juzgan a Siemens, han protestado por los negocios realizados desde la filial española con la Dictadura castrista

Es el gran escándalo que busca el Partido Socialista empeñado en ganar las próximas elecciones tras haber convertido a la otra opción, el PP, en un partido corroído por la corrupción. Y lo busca, entre otros sitios, en la división española de la multinacional alemana en España. Eso, al menos, me cuentan en el propio partido y me confirman en Siemens, aunque no las fuentes oficiales, claro está, que sólo reconocen el alejamiento de Montes de la Compañía.

En pocas palabras, el PSOE busca documentación que está convencido obra en poder de la multinacional alemana, para demostrar que hubo pagos al Partido Popular a cambio de los contratos para dotar de material -Siemens es líder en este subsector- sanitario a ocho nuevos hospitales madrileños así como al handling de la T-4 del aeropuerto de Barajas.

De entrada, aclarar algo: se supone que cuando se concede a una empresa la construcción o explotación de un hospital es ésta, al menos en teoría, quien decide el equipamiento del hospital. Por tanto, si Siemens hubiese pagado a políticos del PP madrileño tendrían que haber intervenido el intermediario -nunca mejor dicho- es decir, la empresa concesionaria.

En cualquier caso, esto es lo que busca el PSOE. Recordemos que Siemens fue el arquetipo de empresa sobornadora -condenada en los tribunales españoles- durante la etapa de la corrupción felipista. A Francisco Francés, condenado, le sucedió Eduardo Montes, que, aunque procedente de la izquierda, se convirtió en uno de los empresarios más próximos al PP de Aznar. Época que coincidió con la obra hospitalaria de la Comunidad de Madrid.

Y con otras cosas. Por ejemplo, Siemens, estaba entonces acogotada por los sobornos, con juicios en las dos orillas del Atlántico, con Eduardo Montes, no ya como presidente de Siemens España sino como director general de una de las tres grandes divisiones de Siemens -telecomunicaciones- en la central de Munich.      

Y entonces llegó la revolución de nuevo Ceo de Siemens, Peter Löscher, casado con la catalana Marta Montal, que más que a dirigir Siemens ha venido a limpiarla y quitarle el sambenito de multinacional más corrupta del mundo. Mientras se investiga, sus máximos directivos son despedidos bajo la curiosa fórmula de mantener sus emolumentos durante un tiempo. Al español Eduardo Montes le tocan 4 años de salario. Pero hay una condición, similar a la de todo el anterior equipo: si se descubre que han participado en un caso de corrupción, pierden todas sus prebendas.

El caso de Montes puede resultar injusto porque, quizás por su origen español, es tratado con especial dureza por los alemanes. En cualquier caso, en principio no pierde ni la Presidencia de Siemens España. Sólo que la multinacional ficha al catalán Francisco Belil -cercano a CIU-, antes en Bayer España, con más edad de la debida, pues tiene 64 y los directivos en las multinacionales alemanas se jubilan a los 60. O sea, que Belil ya llegó jubilado de Bayer y se convierte en el verdugo de Montes.

Pues bien, puede ser pura casualidad pero lo cierto es que la arremetida del PSOE coincide con el hecho de que Belil haya desposeído a Montes de todos sus galones, incluidos despacho, secretaria y chófer. Ni que decir tiene que el PSOE ha redoblado su presión porque supone que ahora la Siemens España de Belil podría aportarles la documentación que necesitan para incriminar a cargos de la Comunidad o del PP madrileño y, en pocas palabras, esto es, a uno de sus mayores adversarios: Esperanza Aguirre (Gallardón, no, Gallardón es progresista).

Por si fuera poco, los norteamericanos se han enfadado con Siemens España, a la que acusan de realizar negocios con la dictadura cubana, negocios que también tendrían su origen en la época Eduardo Montes como máximo responsable de Siemens España. Y todo ello, también en el momento en que Belil debe ceder su cargo de Ceo, previsiblemente a Pascual Dedios. Aunque los alemanes gustan de nombrar alemanes para todos los cargos de sus grandes compañías, están obligados a contar con indígenas para conseguir todos los contratos posibles de las Administraciones públicas y de empresas... indígenas. Belil tenía como encargo primero cambiar la mala imagen de Siemens España. Por el momento no lo ha conseguido, pero estamos en ello. Y, al rebufo de tan loable aspiración, en tiempos de crispación política, algunos intentan obtener premio.

Al PSOE le haría especial ilusión que Siemens supusiera un tropezón para el PP, porque fue esa misma empresa la que certificó la corrupción felipista. Algo así como la venganza del chinito. Sólo que, a este paso, Siemens va a tardar siglos en cambiar de imagen.

Eso sí, España es el país que mejor ha tratado y que mejor trata a la multinacional alemana. En otros lares, hasta les prohibieron acudir a cualquier tipo de licitación pública, por sobornadores. Aquí, a pesar de haber sobornado al Gobierno de Felipe González, la Administración siempre ha sido extraordinariamente generosa con Siemens. Además, cuidado con abrir la caja de Pandora, no vaya a ser que busquemos comprometer a los otros y  salpiquemos a los nuestros.

Los portavoces oficiales de Siemens España se han negado a confirmar o desmentir los datos del presente artículo.
Eulogio López

eulogio@hispanidad.com