El vicepresidente Solbes reconocía a Hispanidad que él no creía en Laffer, porque si Laffer tuviera razón, habría que colocar los impuestos a cero. Una reducción al absurdo, porque Solbes conoce bien que el economista francés sostenía que rebajando la fiscalidad se recaudaba más impuestos porque se liberaban recursos al sector privado elevándose las bases imponibles y con ellas la recaudación. Eso sí, este círculo virtuoso tenía unos límites en su famosa curva. Para evitar la reducción al absurdo, la curva generaba una inflexión cuando las bondades se convertían en pérdidas de recaudación.
Por supuesto, el problema, como en el arroz, es determinar dónde se encuentra ese punto de inflexión. Pero la respuesta de Solbes revela que considera que claramente ya se ha alcanzado y que por tanto, toda rebaja fiscal se traduciría en costes de menor recaudación.
Los populares no parecen pensar lo mismo. Ellos consideran que es posible rebajar la fiscalidad un 10% y así lo han propuesto en la Conferencia Económica celebrada recientemente. Por cierto que en aquel sanedrín se respiraba una tremenda moral de victoria. El portavoz parlamentario de Economía del PP, Vicente Martínez Pujalte lo evidenciaba en que había asistido mucho representante del mundo del dinero y de la empresa. Y el dinero sólo se acerca al poder cuando lo huele.