Fernando Ferrín, el juez condenado por el PSOE y por el PP, juntos y unidos, que ha dejado de ser juez, acaba de publicar su historia en un libro que me he devorado en 48 horas. Se titula así:  "Yo, víctima de la Cristofobia".

El título no puede ser más acertado, porque don Fernando ha sido justamente eso: víctima del odio a Cristo.

Su pecado consistió en intentar saber si una niña se educa mejor con un padre y una madre o con dos lesbianas, una de las cuales, madre biológica, había dejado tirado al padre de la niña para irse… con otra señora.

¿Podía consentirse? Nunca jamás. Sobre Ferrín cayó todo el peso de quienes hacen las leyes y de quienes las aplican, colectivos que se dividen en dos grupos: malos y tibios. No identifiquen a los primeros con el PSOE y a los segundos con el PP, pero si lo hacen yo no voy a regañarles. Cuando las instituciones se unen contra el individuo, lo normal es que el individuo pierda. Y Ferrín perdió.

Hubo un momento en que parecía que Ferrín olía mal. Sólo personajes raros, como el fundador de Alternativa Española (AES), Rafael López Diéguez, o el grupo Yunque -adversario ideológico de AES- decidieron a apoyar a Ferrín. También el Grupo Intereconomía -que no me cae nada simpático, lo mismo que Yunque-, apoyó a Ferrín. Y poco más.

Este tipo de apoyos hay que reseñarlos porque tienen un mérito extra: por ayudar a Ferrín no se gana nada y se puede perder mucho. Es decir, estamos ante los apoyos dignos de aplauso. Y es que al juez Ferrín -un jurista como la copa de un pino y un tipo coherente- había que masacrarlo a cualquier precio. El mal no puede permitir que la coherencia permanezca porque, entonces, ¿qué iba a ser del mal? Otra pregunta: ¿quién contribuyó más a la caída de Ferrín? ¿El PSOE o el PP? ¿El malo o el tibio? Naturalmente el tibio, como suele suceder cuando lo que está en juego es la coherencia.

No se pierdan este libro distinto, que voy a intentar resumir en lo que le dijo a Ferrín un afamado jurista pepero, es decir, un tibio: "Un católico no puede ser juez de familia".

El libro de don Fernando es la historia viva del Zapaterismo, pero no contada como una crónica política sino con hechos, con una historia viva, la de un juez de Murcia que quiso aplicar justicia: ¡A quién se le ocurre!

Eulogio López

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