El próximo 1 de enero comenzará el baile. Ferdinand Piëch aprovechará su mayor control sobre la multinacional para intensificar la reconversión de la firma española. Las conversaciones con FIAT y con marcas coreanas para venderles la factoría de Martorell no han dado resultado : en el mundo del automóvil reina la sobreproducción. Piëch quiere reducir SEAT y potenciar Skoda. Ante las presiones de la Generalitat, VW recuerda el maltrato que se le ha dado a E.ON en España

El problema de Ferdinand Piëch es que, además de haber si do el número 1 de la multinacional alemana Volkswagen (VW) es también su principal accionista. A través de Porsche, la familia de Piëch controla más del 27% de VW y pretende alcanza el 30% de VW. Es decir, más que el Estado de Baja Sajonia.

El golpe de Estado de Piëch consistió en tres puntos: plantear un nuevo organigrama del Grupo a partir de Porsche, terminar con la era del presiente ejecutivo Bernd Pischetrsieder y colocar en su lugar a uno de sus hombres, Martin Winterkorn quien, como tarjeta de visita, ha planteado, ya antes de empezar a ejercer, una nueva reestructuración del grupo. Por Último, Piëch ha conseguido hacerse con el apoyo de los sindicatos alemanes, lo que le asegura la paz laboral allí donde únicamente la desea: en Alemania.

La reestructuración acelerada de VW, consiste, cómo no, en reducir producción, y es sabido ya ni se preocupa en disimularlo- que Piëch ama a la checa Skoda y odia a la española SEAT. La factoría de Martorell, 14.000 trabajadores, nunca le gustó. Ha intentado venderla a la italiana FIAT o a cualquiera de las cuatro grandes mercas coreanas (Daewoo, Hyundai, Kia y Sanyong) pero, a estas alturas del siglo, en el sector nadie quiere comprar. En tal caso lo contrario.

La técnica de Piëch durante los últimos cinco años ha consistido en reducir la capacidad de SEAT con la intención de convertir la firma en un centro de diseño (para lo que sobran 13.500 de los 14.000 trabajadores actuales de Martorell). No sólo eso, sino que ahora mismo SEAT sobre vive con tan sólo tres modelos (Toledo, León y Altea), es decir, bajo mínimos. El argumento justificatorio siempre es el mismo : en Skoda producen la misma gama de modelos que en SEAT sólo que con sueldos más bajos. Por supuesto, el mismo argumento podría aplicarse, sólo que al revés, a los salarios de SEAT comparados con los de los trabajadores alemanes de Volkswagen.

El adelgazamiento de SEAT es progresivo y cada vez, especialmente a partir del 1 de enero, se prevé más acelerado. El actual director de SEAT, Eric Schmitt, otro hombre de Piëch, ya pretendió suprimir el turno de noche y adelgazar aún más la carga de trabajo de Martorell, lo que afectará, además, a toda la industria auxiliar de SEAT.

Lo más curioso es que esta obsesión anti-española de Piëch se justifica por el maltrato que el Gobierno español ha proporcionado a la eléctrica E.ON en su lucha por Endesa. Puede que se haya maltratado a E.ON, pero, desde luego, no a Volkswagen, a quien se ha subvencionado más que a ninguna otra compañía.