Sr. Director:
España se desliza por una pendiente muy peligrosa. Ya había sido autorizada la selección genética de un niño, concebido para curar a un hermano.

 

Ahora el Gobierno ha permitido la selección de embriones para que se conciban bebés sin riesgo de desarrollar alguna enfermedad grave, enfermedad que tal vez nunca llegarían a desarrollar, y que, en todo caso, sería curable. Algunos medios de comunicación lo presentan como magníficas noticias, pero como recordaba recientemente la Conferencia Episcopal, se silencia el hecho dramático de la eliminación de embriones en estos procesos.

La cruel paradoja es que, al mismo tiempo que se ponen todos los medios para que nazca un niño sano, algo en sí loable, se admite que esto se haga a costa de negar el derecho a la vida a otros muchos seres humanos, reducidos a simple material biológico.

Quienes defienden estas prácticas argumentan que las objeciones son conjeturas abstractas, mientras que lo real y concreto es el niño sano que nace. Hoy, sin embargo, la ciencia no deja dudas sobre el hecho de que existe vida humana única e irrepetible desde el mismo instante de la concepción.

Se está transmitiendo el peligroso mensaje de que la vida humana es preciosa si es deseada por sus padres, pero carece de valor en caso contrario. O que los enfermos tienen menos derecho a vivir que los sanos ¿No tendría algo que decir sobre esto el Ministerio de Igualdad? Lo que indudablemente se está produciendo es provocar la desigualdad al mismo tiempo que con estas medidas el Gobierno está avalando la eugenesia.

Enric Barrull Casals