Conocí a José Antonio Labordeta en su tierra, en Zaragoza. Ya por aquel entonces me llamó la atención su peculiar a veces brillante, todo hay que decirlo- enfoque de las cuestiones. Por ejemplo, comentaba el diputado y cantautor (denominación que siempre me ha recordado aquello de Soy Tom Baxter, de los Baxter de Chicago, explorador, poeta y aventurero) que durante el Franquismo, en Aragón, la oposición no la hizo el Heraldo de Aragón (eso seguro) sino Andalán, la revista por él fundada y dirigida. Lo cual puede ser muy cierto, aunque eso no quita que la revista no fuera conocida sino por una exigua minoría.
En cualquier caso, en su juventud andaba más atinado que ahora. Ahora, en la mañana del viernes, para ser exactos, horas ante de que le avión papal enfilara hacia Roma, Labordeta ha sentenciado (ver resumen de radio y Tv de Hispanidad) que el Papa ha fracasado en Turquía.
La verdad es que los hay que confunden deseos y realidad. ¿Seguro que Benedicto XVI ha fracasado? Dependen de cuál se considere el objetivo de Benedicto XVI al viajar a Asia Menor. Por una parte el objetivo ecuménico, que doctrinalmente es más fácil de afrontar ante los ortodoxos que ante los evangélicos. Mucho más.
Por otro, Turquía es un país mayoritariamente musulmán pero que pretende ser europeo. El concepto de Europa se ha ido de las manos, con él el de su hijo más preciado, la civilización, que es un invento europeo.
Y Labordeta me ha recordado a otro hombre muy pendiente de Europa: el escritor Evelyn Waugh. Este golfo empedernido causó sensación en los años treinta del pasado siglo XX, con su conversión al cristianismo. Uno de los novísimos, hijo de la modernidad además de otras cosillas, como cazallero impenitente y miembro de los más snob y comecuras clubes de Oxford, se pasaba a los papistas. La conmoción fue grande en el mundo literario británico y europeo y, se supone que por ello, se vio obligado a explicarlo : Creo que, en la fase de la historia europea en la que nos encontramos ahora, la cuestión ya no se dirime entre el catolicismo, por una parte, y el catolicismo, por otra, sino entre el cristianismo y el caos Por todas partes vemos hoy la negación práctica de todo lo establecido en la cultura occidental. La civilización y no me refiero al cine hablado o a la comida envasada, ni a la cirugía o a la higiene, sino a la total configuración artística y moral de Europa- carece en sí misma del poder de sobrevivir. Su supervivencia le ha llegado a través del Cristianismo, y sin este no tiene sentido ni tiene fuerza para pedir lealtad. La pérdida de fe en Cristianismo y la consiguiente falta de confianza en los principios morales y sociales se ha visto encarnada en el ideal de un Estado materialista y mecanizado Ya no es posible recibir los beneficios de la civilización y, al mismo tiempo, negar la base sobrenatural sobre la que ésta descansa.
Lo mismito que ahora. La misma razón por la que Turquía, a día de hoy, no debe entrar en la Unión Europea. El Cristianismo engendró Europa, y Europa engendró la civilización actual. Convenía que Benedicto XVI lo recordara en tierras del Islam, aunque también le conviene escucharlo a otros. Por ejemplo aquí mismo, en España.
Eulogio López