"Mercedes Gallizo dice que no hay suficientes psiquiátricos penitenciarios para tratar casos como el del violador del Valle de Hebrón". Así titulábamos ayer nuestro resumen de radio y TV. Y dan ganas de responder: pues si no hay más, constrúyanlos.La alarma creada por la salida de calle de un personaje que tanto daño ha infligido a unas mujeres ha hecho que doña
Mercedes se columpie. Es un error muy habitual que afecta a nuestra capacidad de juicio, ya de por sí muy mermada por el exceso de datos. A ver si nos entendemos: un salvaje no tiene por qué ser un loco, ni los locos tienen por qué ser unos salvajes. No es la locura la que lleva a la maldad, sino la maldad la que lleva a la locura. La demencia no suele ser sino la imposibilidad de contemplar la realidad tal cual es. Aprovecho este apartado para recordar que la modernidad duda de que alguien pueda ver la realidad tal cual es, es decir, sentirse en posesión de la verdad, de lo que debe deducirse -¡Dios me perdone!- que la modernidad está como una cabra. Pero dejemos eso.
No, el loco no es el que ha perdido la razón, sino al que sólo le queda la razón. Por eso mismo, puede cometer burradas pero esas burradas siempre tendrán más rasgos de suicida que de homicida. Es más fácil que el que empezó loco atente contra su vida que contra la de los demás.
No, el asesino, el violador, el abortero comenzó de canalla y terminó en demente, no al revés. El primer asesinato es producto de la libertad personal, el décimo séptimo suele ser producto de la insania de una mente que ha pasado por los abismos del mal y en ellos perdió la sensatez.
Los locos no tienen por qué ser malos. Son los malos los que dan en locos. Los primeros puede que necesiten penales-manicomio; para los segundos, basta con penales.
Por eso, aunque la progresía se empeñe en arreglar las desgracias con psicólogos y la maldad con psiquiatras, se verá perpetuamente desbordado por el mal. Al final, eso sí, conseguirá que todos acabemos en un enorme manicomio. Se ve venir.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com