"A bodas me convidan", pienso, y aprovecho para recitar los costes de cada modalidad de energía: "entre los 4 y 8 céntimos el kilowatio nuclear por 150 el eólico ó 250 el solar". He logrado captar la atención del auditorio, hasta que otro zapatista asegura que eso se arregla financiando, "como hacen en otros países", la instalación de placas en las viviendas particulares. Maligno yo en la medida de lo posible, recuerdo a los presentes que esa subvención ya existe: es la que entregamos todos los españoles, a través del déficit de tarifa. Hispanidad habló de que en 2008, el déficit se elevará a entre 3.000 y 4.000 millones, y nos llamaron exagerados. En su edición del jueves, Cinco Días ya lo elevaba hasta 4.000-5.000 millones euros, entre otras cosas para pagar los derechos de emisión que con tanto entusiasmo defiende nuestro presidente, y que los franceses no pagarán porque, como viven de la energía nuclear, no contaminan. Es decir, que pagamos por dos vías -recibo de la luz e impuestos- a gente que pasa apuros a fin de mes, como es el caso de Ignacio Galán -primer productor eólico del mundo- o a José Manuel Entrecanales -segundo productor eólico de España y primero de energía solar-. Observo al público presente y considero que, por una sola vez, haber dado en el clavo. Bien está pedir subvenciones para una sociedad verde, pero nadie está dispuesto a que le tomen el pelo y que, en nombre de una falaz salvación del planeta, engrosar la cuenta corriente del multimillonario Entrecanales. ZP se ha puesto tan pesado con el cambio climático que ahora ya son muchos los españoles que saben que pagan dos veces por la luz: la tarifa -que como hay elecciones, el Gobierno sólo subirá el IPC, el 1 de enero- y la segunda tarifa, a través de sus impuestos. Verán cuando se enteren de quién está beneficiándose de ese sobrepago: ¿el ecosistema o el Entrecanales?
Veamos: supuesto, y no admitido, que el planeta tierra está a punto de convertirse en un souflé -imagen que donó gratuitamente al canto jeremiaco de ZP-, supuesto, y no admitido, que el inquilino de La Moncloa sufra insomnio por el susodicho calentón general, lo lógico sería que decretara de inmediato el fin de la moratoria nuclear, deprisa y corriendo, y que en lugar de subvencionar molinillos y huertas solares, subvencionara -no sería cierto- debería permitir -no haría falta subvencionar nada- nuevos reactores nucleares y alargar la vida de los ya existentes, con la siguiente ventajas para el preciado pueblo: energía más barata, energía que no contribuye nada, lo se dice nada, al calentamiento global, energía que no beneficia a los ricos, sino a los pobres, energía que asegura el grueso del suministro, que no es otra cosa que el progreso, y energía que no fastidia al ser humano ni exige reducir la población (que ese es el fin último de todos los verdes).
Y si no, es que ZP no cree en el cambio climático: simplemente lo utiliza porque sus votantes vienen de una historia de horror a la energía nuclear y porque prefiere disfrazarse de verde, que no de socialista, y seguir financiando a las grandes fortunas con energía renovables, porque eso tiene buena imagen y puede mantenerle en la Moncloa.
Lo más bonito, es que la gente empieza a darse buena de la gran estafa del cambio climático. Hasta en las peluquerías de caballeros. No hay duda: España aún tiene arreglo.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com