Aferrado al duro, o no tan duro, banco de la Presidencia de Caja Madrid, dispuesto a resistir hasta el último euro de sus emolumentos, Miguel Blesa no solo está consiguiendo desestabilizar -signifique lo que signifique el tal verbo- la segunda caja de ahorros de España, no sólo está consiguiendo que cada vez sean más quienes se plantean la conversión de las cajas en sociedades anónimas -en la izquierda y en la derecha- sino que la crisis interna en el Partido Popular estalle de forma definitiva.
Ahora, Miguel Blesa cambia los Estatutos de la entidad, con una lectura muy especial de la nueva ley madrileña de Cajas de ahorros. Al mismo tiempo, Aguirre mira hacia otro lado y asegura que la renovación en Caja Madrid se extenderá hasta septiembre por lo que la culpa claro está, la tienen los periodistas. Pero, por si no había quedado claro, su segundo, Ignacio González (el hombre que no sabemos si espiaba o era espiado, o quizás se espiaba a sí mismo, por supuesto sin saberlo), amenaza a Blesa con la vía ejecutiva, mientras el inefable alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, se vuelca con Blesa, al que considera lo mejor de lo mejor de lo mejor.
El caos en Caja Madrid es tan grave y el enfrentamiento entre Gallardón, apoyado por Mariano Rajoy, y Esperanza Aguirre tan fiero que el PP se encuentra a punto del estallido. A estas alturas, nadie entiende, ni tan siquiera el diario El País, quién espía a quién, pero en el PSOE están felices porque ya no se habla de la crisis económica que ZP no sabe afrontar, sino del enfrentamiento interno de la derecha, que no sabe cómo salir ni tampoco quiere hacerlo. El alcalde de Madrid, por ejemplo, sigue el principio de que, cuanto peor, mejor.
Así que la crisis de Caja Madrid ha puesto a todo el Partido Popular al borde del estallido. Ya ni tan siquiera sirve la solución de Rodrigo Rato, y Rajoy está quemado y chamuscado. Este es, pues, el momento en que los veteranos del primer partido de la oposición acarician la vuelta del mismísimo José María Aznar. Y el interesado se deja querer. Pero ojo, Aznar no volvería como candidato a la Presidencia del Gobierno sino como líder del partido a la búsqueda para buscar un nuevo líder. Es decir, lo mismo que hizo Manuel Fraga tras el desastre de Hernández Mancha.