Las empresa que producen energía renovables todas las eléctricas españolas, por ejemplo- amenazan al Gobierno español con frenar sus inversiones tras conocerse el borrador del nuevo marco retributivo. En otras palabras, tras conocerse que les van a pagar menos subvenciones por la energía eólica, es decir, por los famosos molinillos. De repente, ya no resulta tan gozoso eso de la energía verde, miren por dónde. El ecologismo, una vez más, se empieza a mostrar tonto y caro. Es el momento de hacer las siguientes acotaciones, no sólo sobre la energía eólica, sino también sobre la energía solar, la nueva estrella emergente.

1. Los aerogeneradores no han hecho otra cosa que estropear el paisaje español. Y lo que es más grave: una sola central nuclear de tercera generación, con 1.500 MW/h de potencia, genera a lo largo de su vida útil el doble de energía que todo el parque de aerogeneradores previsto en el Plan Energético del Gobierno (20.000 MW/h) y a la mitad del coste económico.

2. La energía eólica actual es rentable para las empresas, pero no para los españoles. Es una energía que vive de las subvenciones, y que sólo reporta ganancias con el dinero de nuestros impuestos. Al muy ecologista Gobierno Zapatero, le ha entrado el susto y ahora pretende pagar menos.

3. Los aerogeneradores están generando más electricidad en horas de consumo valle. Por ejemplo, de noche. Cuando llega la punta de demanda, hay que echar mano de lo que se tiene: hidroeléctricas, nucleares, térmicas, ciclo combinado, etc.

4. La ley no obliga a las empresas explotadoras a retirar el molinillo averiado. Tampoco obliga en esto Red Eléctrica ya ha advertido de que el problema puede acabar siendo grave- a la armonización de la energía, pues los molinillos producen lo que se denomina en la jerga un kilovatio salvaje. En otras palabras, se necesita invertir en regulación eléctrica, con la consiguiente instalación de subestaciones, etc. un proceso que puede resultar más caro que los propios molinillos.

Esta es la energía a la que se asigna la tercera parte de los nuevos kilovatios previstos hasta 2011.

5. El otro soporte ecológico, el ciclo combinado, o producción de energía a través del gas, tiene un problema: el precio del gas. Durante el último trimestre ha habido días en que las plantas de ciclo combinado han funcionado una hora al día por el coste de la termia. La termia de gas a los precios actuales triplica la del carbón.

A continuación, nos encontramos con la más moderna emoción ecologista: la energía fotovoltaica, que merece un par de consideraciones:

1. Como el ecologismo ambiental es bastante tonto, al parecer nadie ha caído en la cuenta de que el sol no es más que una poderosa bomba nuclear de fusión. Es decir, que el sol es como Vladimir Putin: radia a todo el mundo, sólo que, al contrario que Putin, lo hace con amigos y enemigos. Los trabajadores de las plantas fotovoltaicas trabajan con trajes muy parecidos a los de los astronautas o a los de los protagonistas de las películas de ciencia-ficción.

2. La nueva normativa sobre edificaciones, de nuestra ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, obliga a colocar placas solares en los inmuebles de de nueva planta. ¡Viva la inagotable energía solar! Sólo que personalmente no me gustaría vivir bajo una placa sin la correspondiente protección de placas de metal de alta densidad.

Por cierto, el reciclaje de placas solares, a las que se les está previendo una vida tan larga que no se la creen ni los constructores una placa puede tener una vida de cinco-siete años, no de veinte- es de lo más contaminante, por ejemplo por la presencia de metales nocivos. Como comentaba recientemente un experto : Cuando el alcalde Ruiz Gallardón dice que Madrid tiene que ser una ciudad solar, yo sólo pienso en salir corriendo.

Todo este ambiente ecológicamente correcto nos está costando muy caro, pero tenemos el consuelo de que aún puede costarnos más. La verdad es que lo lógico sería volver precisamente a las dos energías que más odian los eco-correctos: la nuclear y el carbón. En primer lugar, el carbón es el combustible fósil con más reservas del planeta. El pérfido carbón es más regulable que la nuclear y, además, el problema no es el anhídrido carbónico, sino el azufre que desprende. ¿Cómo solucionar el problema del azufre? La respuesta está en Teruel, la térmica más grande de España: lluvias de agua con hidróxido cálcico, para convertir el azufre en sulfato cálcico (yeso) y que no termine en el aire. Sólo que eso, y este es el problema real, cuesta dinero.

Porque, al final, lo que nunca hay que olvidar es que en ecología todo está inventado, sólo que es muy caro. Pero el ecologismo no sólo es tonto, sino que sus soluciones son aún más onerosas.

Por cierto, China está lanzada a un plan de generación eléctrica con centrales térmicas de carbón, y sin mucha preocupación ecológica. Preparémonos para la mayor ola de contaminación por azufre, la más grave de todas.

Otrosí: la obsesión por producir energía limpia resulta un poco ridícula. Mejor sería que nos preocupáramos del transporte limpio, porque el coche es el responsable de un mínimo del 50% del efecto invernadero, no la producción de electricidad, mucho más necesaria para vivir, a la que se le puede atribuir algo menos de un 20% de ese efecto. En España, por ejemplo, si duplicáramos el parque de generación nuclear, el efecto invernadero producido por la generación no alcanzaría ni el 10%. Pero a ver quién es el político que se atreve a proponer un Protocolo de Kyoto para el transporte. Así que nos cebamos con la producción de energía, que es lo que más precisa el Tercer Mundo para salir de la miseria.

Además, el pago de derechos de omisión por parte del Occidente contaminante al Tercer Mundo impecune, ¿no les parece indigno para quien paga y humillante para quien lo recibe?

Eulogio López