Empecemos con el trasvase del Ebro hacia el sur. El río más caudaloso de España tiene una capacidad habitual de 8.000 hectómetros cúbicos. Esto implica que sería bueno, independientemente de que se necesite o no, ‘drenarle' al Ebro unos 2.500 hectómetros anuales, para evitar inundaciones tras su paso por Zaragoza y para evitar alteraciones en el Delta, que con tal presión de agua arrastra demasiada tierra fértil al mar. Por pura coincidencia, algo menos de esa cantidad drenada es lo que precisa el Levante seco: Valencia, Murcia y Almería.
Desalación: a comienzos de legislatura, el Gobierno ZP, especialista en propaganda... y en nada más, a través de su ministra de Medio ambiente, Cristina Narbona, prometió 300 hectómetros cúbicos: estamos en 30, esto es, la décima parte. La verdad es que España necesita desalar mucha más agua: unos 1.500 hectómetros cúbicos, 700 de los cuales con carácter crítico.
Pero es que hay más: El agua desalada es muy cara, al menos por el procedimiento más lógico, y sobre todo más programable, que es la ósmosis. La factura energética de la desalación se lleva más del 70% del coste total de las plantas. En definitiva, la única manera de que el precio del agua desalada no se dispare es emplear la energía más barata, que es la nuclear... a la que el señor Zapatero tiene paquete porque es un chico muy progresista, que sólo cree en molinillos y paneles solares.
Mientras tanto, España se desertiza... por lo que necesitará cada vez más agua. Y es que tenemos unos políticos muy inteligentes y volcados en el bien común del pueblo.
Eulogio López
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