Sr. Director:
En la sociedad actual parece que va desapareciendo el sentido de lo sagrado y de la trascendencia.
Pero no todo es consecuencia del laicismo o del secularismo que impregnan muchas acciones del Gobierno. Puede apreciarse en algunas de las primeras comuniones que abundan estos días.
El comportamiento de los asistentes no difiere del que se puede mantener en una sala de fiestas, en un restaurante o en la vía pública. Todos charlando en voz alta y haciendo fotografías y grabando en vídeo las diferentes partes de la ceremonia litúrgica, pero sin enterarse en absoluto del significado de las mismas.
Ni la presencia del sagrario impone respeto alguno. ¿Quién tiene la culpa de estas situaciones? En primer lugar los mismos asistentes, sean o no creyentes, que convierten la celebración en un mero acto social, en el que prima la vestimenta y el recuerdo gráfico sobre los aspectos religiosos.
Pero también de los párrocos y obispos que permiten tales comportamientos en las iglesias.
Freddy G. Bru
fredygbru@gmail.com