Sr. Director:
Llevamos ya mucho tiempo acosados por los controladores, pero es en los últimos tiempos cuando los medios de comunicación arremeten contra la actuación de quienes ejercen tal función en el sector aéreo
Nos los presentan como privilegiados con sueldos extraordinarios que viven por encima de la sociedad, pero no acaban de contarnos toda la verdad.
En cuanto a los derechos adquiridos por el colectivo de controladores aéreos, tenemos que convenir, en todo caso, que se trata de una extraordinaria eficacia por parte de sus representantes frente a las administraciones; pero hay más; parece cierto que las ventajas laborales y salariales obtenidas por este colectivo se deben más a intereses ajenos que a intereses propios. Cierto que se han beneficiado de esas ventajas, pero se trata de ventajas concedidas por los verdaderos controladores del cotarro; se trata de ventajas que, a la postre, están siendo utilizadas en su contra y no sólo en su contra, sino contra la sociedad civil y en defensa exclusiva de los controladores del cotarro.
Se dan más situaciones anómalas; no es sólo los buenos sueldos de los controladores aéreos; no es sólo la buena remuneración de las horas extras, generadas por la inoperancia, no de los controladores aéreos, sino de los controladores del cotarro ¿Tenemos presente los beneficios extraordinarios obtenidos por las víctimas de la reconversión industrial?; ¿somos conscientes de los beneficios obtenidos por las víctimas de la reconversión ganadera?... ¿somos conscientes de los beneficios obtenidos por las víctimas de las prejubilaciones?...
Todos ellos han salido beneficiados, en mayor o en menor grado, de la degradación social y laboral que los auténticos controladores han ejercido contra España. Todos ellos están ahora en el punto de mira para ser víctimas de nuevas acusaciones por parte de los únicos controladores. Pero todos ellos no son, a la postre, sino víctimas de los controladores sociales.
Mientras ahora hablan de posponer la edad de jubilación (algo que entiendo como positivo, aunque suene mal), los mismos que hablan de ello son quienes han prejubilado a personas con cincuenta años, en plenas facultades laborales, entre las que personalmente me cuento, y ahora tienen la desfachatez de presentar a las mismas como a privilegiados; privilegiados que, insisto, se han visto abocados a la prejubilación por intereses ajenos, y a quienes se les ha callado la boca con un despido encubierto con indemnización periodificada hasta la fecha de su jubilación.
Escándalo tras escándalo, los auténticos controladores han ido pergeñando una estrategia con la que seguir embaucando a la gente, engañándola y presentando como verdugos a sus mismas víctimas. Ellos son los parásitos universales; ellos son quienes se han comido todo el patrimonio nacional (INI, patrimonio sindical, patrimonio de la seguridad social); ellos son quienes se han concedido a sí mismos sueldos y prebendas astronómicas; ellos son quienes blindan esas mismas prebendas y actúan como lo que son: señoritos en su finca.
Se lo han comido todo, y cuando finalmente sean aventados de los puestos que parasitan (lo que es harto difícil teniendo en cuenta la legión de voto cautivo que con sus prebendas han generado), no encontraremos ningún bien material, porque todo, absolutamente todo, lo han deglutido.
Cesáreo Jarabo Jordán
Llevamos ya mucho tiempo acosados por los controladores, pero es en los últimos tiempos cuando los medios de comunicación arremeten contra la actuación de quienes ejercen tal función en el sector aéreo
Nos los presentan como privilegiados con sueldos extraordinarios que viven por encima de la sociedad, pero no acaban de contarnos toda la verdad.
En cuanto a los derechos adquiridos por el colectivo de controladores aéreos, tenemos que convenir, en todo caso, que se trata de una extraordinaria eficacia por parte de sus representantes frente a las administraciones; pero hay más; parece cierto que las ventajas laborales y salariales obtenidas por este colectivo se deben más a intereses ajenos que a intereses propios. Cierto que se han beneficiado de esas ventajas, pero se trata de ventajas concedidas por los verdaderos controladores del cotarro; se trata de ventajas que, a la postre, están siendo utilizadas en su contra y no sólo en su contra, sino contra la sociedad civil y en defensa exclusiva de los controladores del cotarro.
Se dan más situaciones anómalas; no es sólo los buenos sueldos de los controladores aéreos; no es sólo la buena remuneración de las horas extras, generadas por la inoperancia, no de los controladores aéreos, sino de los controladores del cotarro ¿Tenemos presente los beneficios extraordinarios obtenidos por las víctimas de la reconversión industrial?; ¿somos conscientes de los beneficios obtenidos por las víctimas de la reconversión ganadera?... ¿somos conscientes de los beneficios obtenidos por las víctimas de las prejubilaciones?...
Todos ellos han salido beneficiados, en mayor o en menor grado, de la degradación social y laboral que los auténticos controladores han ejercido contra España. Todos ellos están ahora en el punto de mira para ser víctimas de nuevas acusaciones por parte de los únicos controladores. Pero todos ellos no son, a la postre, sino víctimas de los controladores sociales.
Mientras ahora hablan de posponer la edad de jubilación (algo que entiendo como positivo, aunque suene mal), los mismos que hablan de ello son quienes han prejubilado a personas con cincuenta años, en plenas facultades laborales, entre las que personalmente me cuento, y ahora tienen la desfachatez de presentar a las mismas como a privilegiados; privilegiados que, insisto, se han visto abocados a la prejubilación por intereses ajenos, y a quienes se les ha callado la boca con un despido encubierto con indemnización periodificada hasta la fecha de su jubilación.
Escándalo tras escándalo, los auténticos controladores han ido pergeñando una estrategia con la que seguir embaucando a la gente, engañándola y presentando como verdugos a sus mismas víctimas. Ellos son los parásitos universales; ellos son quienes se han comido todo el patrimonio nacional (INI, patrimonio sindical, patrimonio de la seguridad social); ellos son quienes se han concedido a sí mismos sueldos y prebendas astronómicas; ellos son quienes blindan esas mismas prebendas y actúan como lo que son: señoritos en su finca.
Se lo han comido todo, y cuando finalmente sean aventados de los puestos que parasitan (lo que es harto difícil teniendo en cuenta la legión de voto cautivo que con sus prebendas han generado), no encontraremos ningún bien material, porque todo, absolutamente todo, lo han deglutido.
Cesáreo Jarabo Jordán