Llama la atención el empeño en retirar los crucifijos de las aulas. Sólo el odio a Cristo y a los cristianos explica la ceguera a la hora de ver en la cruz un símbolo de paz, sacrificio y amor al prójimo
Sr. Director:
Al colegio público Macías Picavea, de Valladolid, le dan dos semanas para que retire los crucifijos de las paredes de sus aulas.
A Cristo lo echan del aula. Lo expulsan de la Escuela. El crucifijo es un signo esencial de nuestra cultura y de nuestra tradición como pueblo, es un símbolo de paz, de amor y de sacrificio por los demás. Dios que dejó su trono y vino a cobijarse entre los hombres perdidos para el cielo, y a los que Él quiso salvar muriendo en una cruz.
¿Quiénes odian la Cruz? Quienes sienten despego por nuestra cultura y tradiciones; quienes no aceptan el respeto debido a cualquier persona por su dignidad humana, valor que despierta el crucifijo; quienes no quieren darse cuenta de que Jesús de Nazareth, más allá de religiones, es Patrimonio de la Humanidad.
En lugar de usar sus manos en descolgar crucifijos deberían emplearlas en cooperar en el apoyo a los crucificados afectados por la crisis, como se están viendo desbordados Caritas, y muchas asociaciones de la Iglesia.
Nieves Jiménez
nimene44@gmail.com