Rajoy ha decidido hablar aunque no nos ha dicho cuándo. Sinceramente, creo que debe hacerlo, pero yo habría esperado a que el PSOE hubiera interpuesto la moción de censura.
Así nos enteraríamos de las ideas del candidato Rubalcaba para sacarnos de las dos crisis que nos asolan a los españoles: la crisis moral y la crisis económica.
Elena Valenciano
, esa mujer ecuánime, nos advierte que el PSOE no hará ni caso a las explicaciones de Rajoy, a pesar de haberlas pedido ocho veces. Sencillamente, aprovecharán la 'sede parlamentaria' para exigir su dimisión.Mientras, los dos partidos que ascienden en crédito electoral son los comunistas de Cayo Lara y los jacobinos de derechas de Rosa Díez.
No sé cuál de los dos resulta más peligroso.
De entrada, hay que reconocer que el PSOE tiene razón en algo: las explicaciones de Mariano Rajoy no servirán para nada. Y esto porque las acusaciones a Rajoy –financiación ilegal del PP y sobresueldos- tienen, ambas un  aroma de delito o elusión fiscal. Y no nos engañemos: es imposible que una persona o una institución cumpla con el fisco en cualquier país. Es sencillamente imposible. La maraña de legislación fiscal impediría la vida económica.

En este punto, hay que aplicar el hegeliano principio de que las diferencias de grado acaban por ser diferencias de naturaleza. No es que Hegel sea mi autor favorito pero aplicado a la financiación de los partidos, y aún más a los sobresueldos, lo que hay que juzgar es la cantidad que eluden. Sí, no es muy recomendable juzgar la cantidad en lugar de la calidad pero tampoco es lo mismo los 47 millones de euros atesorados por Luis Bárcenas que los 45.000 euros que supuestamente podrían haber cobrado de sobresueldos –en B o en A- Mariano Rajoy.

Y lo digo yo, que cada día siento más aversión por el PP.
Porque al PP no hay que acusarle de fraude fiscal sino de fraude moral. Por ejemplo, sí, en el aborto, donde la mini-reformita Gallardón es posible que se quede en nada. Y si no se queda en nada, siempre será reformita. Es mucho más grave que un partido lleve en su programa la defensa de la vida y, una vez en el Gobierno y con mayoría absoluta, luego promocione y financie el aborto.

Por otra parte, hay una segunda noticia hoy en la prensa  me resulta más interesante que el omnipresente caso Bárcenas. Es la decisión de una de las acusadas, Dolores de Cospedal, de reducir el número de diputados autonómicos de Castilla-La Mancha y reducir o anular sus salarios. Este es el camino. Que los políticos lo sean para servir al público, no para aprovecharse del contribuyente.

La utilización espuria del Caso Barcenas, y del propio Luis Bárcenas, de la posible financiación ilegal del PP y de los posibles sobresueldos –que creo son ciertos- se corrigen por esa vía: ni un duro para los partidos políticos que deben financiarse mediante sus afiliados o con un sistema parecido al de la Iglesia y las ONG. Que done dinero a los partidos políticos quien así lo desee. Al mismo tiempo, reducir el número de políticos y de instituciones, acabar con la disciplina de los partidos y abrir el sistema a otras formaciones políticas que tengan algo que decir.

En el fondo, no es más que aplicar el viejo refrán: muerto el perro, se acabó la rabia.         
Cainitas y puritanos, eso es lo que somos. El uno, el defecto histórico de los españoles; el segundo, el nuevo defecto que estamos adquiriendo a gran velocidad. El cainismo convierte la justicia en venganza, el puritanismo exagera la falta y hace imposible la ecuanimidad que precisa la persona y la sociedad.
Por lo demás, si cae Rajoy no seré yo quien lo lamente. Si acaso, lamentaré que haya caído por lo que no debería caer, a causa de un envanecido buscador de basura llamado Pedro J. Ramírez, y porque el recambio posible a día de hoy es tan cainita, tan puritano y tan abortero como él mismo.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com