- Botín le concede al director comercial un comunicado en el que no se aprecia cambio ninguno.
- Y encima, al ex del Popular le nombra para un cargo cuyo cometido nadie logra describir: responsable de distribución.
- Al final, Ron se decidió por su directivo más discreto para sustituirle como Ceo.
- El Popular es el único banco que no tiene indemnizaciones para sus ejecutivos, tanto si se van como si les echan.
Enrique García Candelas es director general de Banco Santander y director de la división de Banca Comercial en España de la entidad. Pues bien, ante la inminente llegada de Ángel Rivera al banco -recordemos que la especialidad de Rivera es precisamente esa, la red comercial, es decir, el corazón del negocio- García Candelas se ha visto en la necesidad de salir al paso para dejar claro que él es el que manda. Y qué mejor manera que mediante un comunicado de prensa en el que, en realidad, no se anuncia nada nuevo, precisamente porque nada ha cambiado. Y todo con el parabién del presidente, Emilio Botín.
En todo esto sólo quedaba un cabo suelto: el cargo de Rivera en el Santander. Cerrada la puerta del área comercial, en la ciudad financiera han creado un nuevo puesto en el organigrama: director de distribución de la red de oficinas. Hasta el momento, nadie ha logrado describir las nuevas funciones de Rivera en la entidad cántabra.
Todo esto viene precedido de la decisión de Ángel Ron de nombrar a Francisco Gómez Martín Ceo de la entidad. Sin duda, una sorpresa, no porque Gómez no reúna las condiciones para el puesto -que las tiene sobradamente- sino porque no estaba en las quinielas, donde sí estaban Jacobo González-Robatto y el propio Ángel Rivera.
Pero vean, la salida de éste último ha permitido mostrar algo exclusivo del Banco Popular, que instauró Luis Valls: que los ejecutivos no tienen indemnizaciones, tanto si se van como si les echan. Sin duda, un ejemplo que deberían seguir las demás entidades y, por qué no, las grandes empresas. Y es que hoy en día los ejecutivos cobran indemnizaciones millonarias, no sólo si les echan (es la manera que tienen los ejecutivos de blindarse), sino, incluso, si deciden marcharse libremente. Ciertamente, es una subversión del derecho laboral. Y encima, en algunos casos, se disfrazan estos blindajes con pensiones. Vergonzoso.
Pablo Ferrer
pablo@hispanidad.com