Sr. Director:
Nunca es tarde para perder la inocencia, y yo que creía que Amnistía
Internacional se preocupaba, principalmente, de la bienintencionada tarea de promover el envío de confortadoras postales personales a pobres diablos enmazmorrados sin remisión ni motivo, y aluviones de estériles telegramas pidiendo clemencia a sus verdugos, acabo de comprobar que su loable empeño no se reduce a tan fundamental asunt la benemérita organización aplica ahora sus fuerzas a postular inclusive la sofística superioridad de los juguetes educativos sobre los bélicos, y arremete sin compasión contra la violencia sarnosa de algunos viciosos videojuegos. Vale. Sálvese quien pueda.
¿En qué andará pensando esa gente? ¿No les ha importado literalmente un comino que mi hijo pequeño fuese brutalmente reducido por la fuerza, amordazado y maniatado para arrancarle salvajemente el prepucio siguiendo las instrucciones de voces sobrenaturales (sangriento ritual que se cobra sistemáticamente en todo el mundo la friolera de otras trece millones de inocentes víctimas cada año), y me vienen ahora con sesudos paños calientes de que le quieren privar al pobre chaval de su entretenimiento preferido, no se vaya a embrutecer...? No, por favor, no, no le quiten la Game-boy al chiquillo, caramba, que ya tiene bastante con lo suyo. ¡Amnistía para los juguetes!
José Sánchez
pppsanchez@yahoo.es