Todos los aficionados al cine distinguen una película europea de otra norteamericana por lo que podríamos denominar diferencias en el ritmo narrativo. Es decir, normalmente, los europeos nos tomamos más tiempo en contar las cosas (con todo lo bueno y lo malo que ello comporta). Pero ello no disculpa que se hagan películas como Algunos días de septiembre donde se alarga, innecesariamente, la trama, de por sí bastante alambicada.

La acción transcurre en septiembre del año 2001. Elliot, un agente de la CIA, desaparece misteriosamente días antes del fatídico atentado del 11 S. Desde ese momento decide reunirse en un lugar desconocido con su hija, a la que había abandonado diez años atrás, con su hijo adoptivo y con una antigua compañera de fatigas. Todos sus movimientos son seguidos por un asesino a sueldo que, se supone, quiere apoderarse de la información confidencial que posee Elliot.

La trama de esta coproducción europea en su arranque intriga pero se alarga  tanto (122 minutos)  que, a medida que avanza, pierde fuelle e interés.

 

Algunos días de septiembre se estrenó el pasado viernes 1 de diciembre