Lo dice el propio Mariano Rajoy en El País. Y el partido Alternativa española (AES) lo resume así: va a cambiar la Ley Aído de 2010 por la ley de aborto de Fernando Ledesma de 1985. Es decir, que, aproximadamente, cambia una ley que promueve 120.000 asesinatos diarios en España por otra que promueve 117.000. Menos da una piedra y más daño hace.
Miren ustedes, la reformita Gallardón supone un gran paso teórico y un escasísimo y miserable paso en la práctica. Teóricamente, se supone que el texto (ya veremos, que no me fío nada de los pusilánimes del PP) que va a rechazar el derecho al aborto, el gran logro de Zapatero: convertir el asesinato del ser más inocente y más indefenso en un derecho constitucional.
Por cierto, la ideóloga de la aberración Aído (¡Pobre Santa Bibiana!) es Carmen Vela, a quien el PP repescó como lo que ahora es: secretaria de Estado de Investigación.
En la práctica, el número de niños asesinados será el mismo.
Lo que debería hacer el PP, que sigue calificándose como provida, es prohibir todo tipo de aborto, por la misma razón que se persigue todo tipo de acto terrorista. Y, al mismo tiempo, en positivo, tres medidas:
1. Instaurar el salario maternal, para que toda pareja que se atreva a tener un hijo tenga un apoyo para criarlo. Salario maternal que debería igualarse con el salario mínimo.
2. Que la Seguridad Social haga lo que ahora hacen las organizaciones provida: ayudar a toda mujer a no abortar, dándole una residencia y asistencia médica hasta que el niño tenga 18 meses. Luego que decida si se queda con él.
3. Agilizar los procedimientos de adopción.
En otras palabras, quitarle a los aborteros y aborteras toda excusa. Y mientras tanto, de provida, nada de nada, señores peperos.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com