Pese a las meteduras de pata gubernamentales, especialmente por parte de la cuota femenina, en Moncloa reina el optimismo político más radiante. En Presidencia comentan que a Rajoy se le está poniendo cara de Almunia, en referencia al hoy comisario de Economía de la Comisión Europea y eterno perdedor electoral como líder del Partido Socialista.
Y la verdad es que los ámbitos financieros, y en concreto la city, le otorgan razón. El Partido Popular comienza a parecerse al PSOE de Almunia, perdido en luchas intestinas y con esa sensación de haber perdido a la masa social que le catapultó a la Moncloa en 1996 y que le reafirmó en ella en el año 2000. A la clase empresarial no le gusta Zapatero, pero están convencidos de que tendrán que convivir con él durante un tiempo que, a lo mejor, excede el plazo de una legislatura.