Los Gases de Efecto Invernadero aumentaron un 2,6% en 2017 y se situaron en 344,0 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) equivalente (tCO2e), según el INE.
Existen distintos Gases de Efecto Invernadero (GEI). Los principales, por su nivel de emisiones, son el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O). En 2017 las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera aumentaron un 3,8%, las de metano un 0,9% y las de óxido nitroso un 4,1%.
Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) fueron las que más contribuyeron al aumento de la tasa de variación anual, aportando 3,116 puntos al crecimiento. En sentido contrario, las de otros GEI –hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6)– se redujeron un 21,0% y tuvieron la mayor influencia negativa (–0,769 puntos).
Los sectores que más aumentaron sus emisiones de GEI en 2017 fueron Suministro de energía eléctrica, gas, vapor, aire acondicionado y agua (un 12,2%) y las Industrias extractivas (6,6%). Por su parte, los hogares aumentaron un 1,0% sus emisiones. Por el contrario, Agricultura, ganadería, selvicultura y pesca fue el sector que más redujo sus emisiones (–7,7%).
El 20,9% de las emisiones correspondieron a los hogares.
Y todo eso, sin contar el metano de las vacas, el famoso flatulencia bovina.
Definitivamente, nos ahogamos. O, a lo peor, es que nos hemos vuelto un poco histéricos. Porque respirar, lo que se dice respirar, todavía podemos hacerlo, ¿verdad?