Desde Irán nos llega este drama sobre menores que viven en la calle en situaciones de miseria. Son los desheredados de la tierra que tienen pocas o nulas oportunidades de salir adelante, sobre todo porque proceden de familias desestructuradas.

Dedicada a los que se calcula 152 millones de niños, en todo el mundo, obligados a trabajar para mantener a sus seres queridos. La historia se centra en Ali, de 12 años, y sus tres mejores amigos que subsisten haciendo pequeños trabajos en un garaje y cometiendo delitos menores. En un momento determinado, un mafioso de la zona encarga a Ali encontrar un tesoro oculto al que tendrán acceso a través de los sótanos de una institución caritativa, La Escuela del Sol. Será entonces cuando los cuatro chavales, ilusionados con ese tesoro, deciden matricularse en ese centro escolar para encontrarlo.

Con ciertas similitudes con Slumdog millionaire o Lion,  el argumento de Hijos del sol, en su apartado más dramático no es original porque decenas de veces hemos contemplado las dificultades de los menores para salir adelante en países del Tercer Mundo. Siempre asombra que, a pesar de las pillerías a las que recurren, son chavales a los que les gustan cosas tan sencillas como jugar al fútbol e, incluso, a algunos a adquirir conocimientos mientras aspiran a llevar una vida en paz.

El veterano director iraní Majid Majidi, ha querido con esta película que el mundo globalizado en el que vivimos se sienta responsable de estos menores, “todos  somos responsables de estos niños, muchos de los cuales tienen un gran talento y todos son valiosos. Es sencillamente intolerable que su estatus social y económico los condene a un futuro con escasas oportunidades y perspectivas casi nulas”. Quizás estas declaraciones de denuncia las debería también elevar a las autoridades de su país que poco o nada hacen sobre el futuro de sus generaciones más empobrecidas.

Sin concesiones a la sensiblería, destaca la naturalidad en la actuación de sus jóvenes intérpretes, encabezados por Rouhollah Zamani, y la calidad de su puesta en escena, totalmente realista y creíble. La paradoja es que buscando el tesoro en las profundidades del colegio no son conscientes de que los conocimientos y valores que imparten los humanos profesores de ese lugar son el verdadero premio.

Para: los que les gusten los dramas sociales, en esta ocasión con toque de aventura