Son décadas las que lleva el PP viviendo y apelando al voto útil y al mal menor“si votas a opciones conservadoras o cristianas y no al PP, le das los votos al PSOE”, “si no votas al PP, y votas a otros, vencerá el Frente Popular”. Cuántas veces hemos escuchado y hemos tenido que soportar tan manidas frases y argumentos. Pero la realidad es que al PP le ha funcionado.

El voto útil es perverso, inmoral y antidemócratico. El voto útil fomenta la partitocracia en contra de la democracia, el voto útil es la traición a la libre expresión de las conciencias. El voto útil es el “campo de concentración” político, moral y social de muchos que después de haber caído en tan enorme equivocación se ven atrapados y sin solución. Es más, el voto útil te hace connivente con la actuación del partido que lo recibió, te convierte en parte del problema y corresponsable del mal. Es decir, si el partido al que votas en aras del mal menor es abortista, tu fomentas el aborto, serás parte de ese crimen execrable, contrario al orden natural y a la moral objetiva. Si ese partido avala las uniones homosexuales, tú con tu voto te haces responsable de esa situación. Si el partido al que votaste es un partido contrario a la justicia social, tu eres parte de esa tiranía inmoral. Es por ello que el voto útil en favor del mal menor es una total y absoluta inmoralidad y perversión.

La democracia, como afirmaba S. Juan Pablo II en su libro póstumo “Memoria e identidad”, es una forma de regir el ámbito político, es quizás la más utilizada y homologada por un mundo globalizado carente de valores morales, pero no por ello es una forma perfecta, nada más lejos de la realidad. Es más, la democracia entendida como bien absoluto poseedor y custodio de la “verdad” (lo que creen que es la verdad) por la “legitimidad” de los votos la puede convertir en una tiranía. No todo se puede legitimar con el voto, no todo lo que se apruebe en un parlamento elegido por sufragio universal es bueno, ni debe ser moralmente respetado. En este mismo sentido S. Juan Pablo II decía no sigas en el mal a la mayoría, aunque este venga legitimado por el voto. La democracia no se debe sacralizar, es un sistema imperfecto, la prueba es que esta nuestra democracia está legislando en contra del orden moral natural, base y principio que debe regir el derecho positivo.

Ahora bien, asumiendo la realidad de que vivimos en una democracia partitocrática, muchas veces ajena al bien común, el voto en democracia debería ser la expresión de tu conciencia. El voto útil existe porque existe una ley electoral perversa, que hace que tu voto no tenga la misma calidad y peso que el voto de otros españoles. Por ejemplo, tu voto no tiene el mismo peso proporcional que el voto catalán independentista. Existirá voto útil en España mientras exista la actual ley electoral, y esta existirá siempre ya que es el arma letal que PP y PSOE han descubierto para mantener su alternancia en el poder.

Por otra parte, el voto útil en favor del mal menor es legítimo, pero siempre que no exista una opción que defienda el bien posible. En este sentido debemos diferenciar el posibilismo político del posibilismo moral. El primero ampararía el voto útil en favor del mal menor, aun a pesar de existir el voto menos útil, pero de conciencia, en favor del bien posible. Ahora bien, el posibilismo moral, ni existe, ni podría amparar nunca el voto útil en favor de mal menor, cuando exista una opción a la que votar que ampara el bien posible, con independencia de la matemática electoral.

Pero en estas elecciones no solo son el PP y el PSOE los que apelan al voto útil, también lo hacen otros partidos que bien adiestrados y alimentados del sistema político actual ejercen las mismas presiones. Me explico, Podemos apela al voto útil en los votantes más extremos de la izquierda, utiliza el mismo argumento, votar a partidos pequeños de la extraña izquierda es perder el voto en favor de la derecha, es un voto perdido. VOX ejerce una presión de igual característica, se ha constituido en la voz de la derecha más firme y apela entre los votantes sociológicamente de derechas, católicos e incluso franquistas (aunque luego VOX desprecie la figura y la obra de Franco y muchas veces los principios cristianos) a votarles solo a ellos, ya que dicen que no apostar por VOX es un voto estéril.

Así las cosas, la llamada al patriotismo del PP a VOX para que no se presente en las circunscripciones pequeñas para que el voto no se pierda es el mismo acoso electoral que los militantes de VOX están haciendo a otros partidos como Alternativa Española (AES). En este sentido recientemente he recibido un correo que me decía “en estos momentos de extrema necesidad y urgencia debemos unirnos y aunar nuestras fuerzas para terminar con la hegemonía de la izquierda, el voto a AES es un voto perdido, se debe votar a VOX, aunque no sea lo mejor que podíamos pensar, pero en un ejercicio de pragmatismo es lo que toca ahora”. Pues bien, si así fuera, son los de VOX los que por patriotismo deberían apartarse y dejar que PP sea el único jugador en las próximas elecciones, entre otras cosas porque al día de hoy, como ya he dicho en otro artículo y diré a continuación, PP y VOX son el mismo proyecto. De otra parte, el correo que recibí volvía a poner encima de la mesa el hecho de que “si bien VOX no es lo mejor, es lo que toca”, otra vez volvemos al voto con la mano en la nariz y contra los principios de los electores, la historia se repite.

La prueba de que PP y VOX son prácticamente el mismo proyecto es que el actual líder de VOX está desaparecido, y lo está por una razón estratégica de peso: es mejor que el sistema atacándolos y hablando de ellos les hagan la campaña, a tener que exponer su programa gemelo al del PP, lo que les pondría en evidencia y los sacaría del juego político. La ambigüedad y la expectativa de castigo que generan entre el votante es lo que está ayudando a VOX, por el contrario, el tener que pronunciarse contra los postulados defendidos por el PP actual, basados en el PP de Aznar, María San Gil, Esperanza Aguirre y demás, es algo muy difícil para Abascal que los ha reivindicado en muchísimas ocasiones como su forma ideal de entender y hacer política.

Por cierto, son tan parejos los proyectos, que VOX que apelaba a la transparencia y a la democracia interna, contra la política corrupta y a dedo del viejo PP, ha dado un giro de 180 grados y ha reconocido haberse financiado con dinero iraní pro marxista y ha fulminado “muy democráticamente” el sistema de primarias del que tanto presumía. Más de lo mismo.

El voto útil en favor del mal menor es legítimo, pero siempre que no exista una opción que defienda el bien posible

Ahora bien, ¿qué sucede, como es el caso actual, cuando —como sucede en estas elecciones—se presentan un PP y un VOX?, que sin perjuicio de la historia de unos y otros, por cierto muy parecida, ya que el segundo no es otra cosa que una escisión del primero, en este caso al ser proyectos prácticamente gemelos, ¿cabría apelar al voto útil o no?, para mi que sí, porque ninguno de los dos representa el bien posible, ambos dos dicen las mismas cosas, defienden los mismos postulados políticos, sociales, económicos, y lo que es peor, morales. Los dos quieren volver a la ley del aborto del 85, ambos dos están de acuerdo en regular las uniones homosexuales asimilándolas a la familia, ambos son liberales, cierto es que, por su programa, lo son más los de VOX, que los del PP, ambos dos han sido euroapasionados, veremos lo que nos dice VOX, que por el momento calla, para las próximas elecciones. En este supuesto por la similitud de proyectos, sí que se debería aplicar el posibilismo político y, la teoría del voto útil, toda vez que al fin y al cabo son el mismo proyecto, ya que ninguno de los dos, por mucha expectativa que haya podido generar VOX, representan al bien posible, toda vez que ambos dos son parte del mal menor.

La realidad es que, al día de hoy, la diferencia entre VOX y el PP actual no son doctrinales. El voto a VOX es un voto de castigo, no un voto doctrinalmente distinto al actual PP. La crítica de VOX estaba dirigida a los planteamientos políticos de Rajoy y Soraya, que no a los del PP de Aznar, pero los primeros ya están defenestrados. Ahora Casado dice lo mismo que decía Abascal, y estos lo mismo que decía Aznar, por lo que ahora lo que subyace es solo una lucha de poder, de escaños, no doctrinal. A las pruebas me remito: Andalucía, ni uno solo de los 19 puntos propuestos por VOX fueron aceptados y por el contrario firmaron la investidura con un documento de conformidad con el PP que les condena y los hace conniventes de una investidura pactada con Ciudadanos a la que no nunca podrán criticar. ¿Cuál hubiera sido la solución?, ya lo he escrito, facilitar la investidura, sin firmar ni un solo documento, ver caso a caso y votar en conciencia, de esta forma nada les podría demandar el PP por no hacer honor a sus compromisos, ahora sí lo puede hacer, porque firmaron el documento y renunciaron a sus propuestas estrellas tales como recuperación de competencias, ley de género, centralización de servicios, repatriación de ilegales… 

No he votado, ni nunca votaré en contra de mi conciencia por una cuestión de matemática electoral. Tengo claro ante quien debo rendir cuentas, que sin lugar a dudas ni es una urna, ni es un partido, ni es de este mundo. Sé que debo seguir luchando por unos principios innegociables que nadie, salvo partidos como AES defienden al día de hoy. Si en esta lucha somos pocos, es irrelevante, desafortunadamente la mentira y el mal es de masas, la Verdad y el bien es habitualmente obra de minorías.

Como mi buen amigo, el catedrático Javier Paredes, me decía, el efecto VOX no es otro que el de la rueda de repuesto de un coche. Cuando pinchó el PP, el sistema sacó la rueda de repuesto, VOX, y llevó la pinchada al taller. Y una vez reparada, la de repuesto se vuelve a guardar en el capó, hasta que el sistema la vuelva a necesitar. Porque, a fin de cuentas, las dos ruedas cumplen el mismo cometido y sirven para lo mismo.

 

Rafael López-Diéguez
Secretario General de Alternativa Española (AES)