España obtuvo una entrada de capitales por valor de 53.100 millones de euros, frente a los 17.900 millones de un año antes
Enrique Quemada, director de ONEtoONE Corporate Finance Group (un nombre castizo), publicaba recientemente en Expansión un buen artículo titulado “La crisis que viene”. Su tesis parte de un dato sencillo e incontestable: el PIB mundial de 2017 fue de 80 billones de dólares, mientras la deuda se disparaba hasta los 237 billones. Y ya estamos en la era del bono-basura, incluso en los bonos radicados en países fuertes. Ejemplo, EEUU.
Por tanto, con tanto endeudamiento –sobre todo, público- resulta que el bono público casa vez vale menos y Quemada asegura que la próxima crisis, será, como recordaba Jean-Claude Trichet, crisis de deuda.
La crisis de especulación no ha sido superada, pero sí identificada y, en parte, conjurada
Estoy de acuerdo, la crisis inminente es la crisis provocada por la irresponsabilidad de los políticos que alimentan la demagogia que los lleva al poder emitiendo deuda… para que la paguen sus nietos.
Ahora bien, acabamos de cumplir los diez años de la quiebra del Lehman Brothers y las opiniones discrepan: unos dicen que hemos superado la crisis mientras que en Hispanidad hemos acuñado el concepto de “crisis permanente”.
Ahora llega la crisis de deuda, sobre todo de deuda pública, en los cinco continentes
Personalmente, creo que ambas tesis están en lo cierto. Hemos salido de la crisis bancaria de 2008, crisis de especulación, para entrar en la siguiente, que es la crisis de la deuda… lo que anuncia la crisis definitiva. La más importante: que es la crisis de liquidez. ¿Es que falta liquidez? No, sobra. Vivimos en un océano de liquidez cuyo efecto inmediato es la devaluación de toda la economía mundial, tanto de bienes como de servicios. Deberíamos aprender esto: la economía no consiste en fabricar dinero, sino en fabricar bienes y servicios. El dinero no es el fin, solo es un medio que sirve para simplificar el intercambio de bienes y servicios. ¿Lógico, evidente, obvio? Pues no parce que los mercados financieros y los departamentos del Tesoro público se hayan enterado de algo tan evidente. Solemnicemos lo obvio.
El pasado sábado día 15 se cumplían diez años de la quiebra del Lehman Brothers. Un ejemplo de administración frente a una crisis financiera. Nada de ayudas: no podía pagar y se le dejó caer. Como a cualquier empresa. Y no ocurrió nada: no hubo chantaje de los especuladores sobre el conjunto de la población. Por cierto, repasen esta corta y maravillosa parodia sobre la crisis financiera, que ya data de sus orígenes: The Last Laugh (la última risa). La mejor explicación que he visto sobre la última crisis… hecha cuando comenzó.
Sin embargo, al fondo, la crisis más peligrosa, la que da sentido a todas las demás crisis, y que es el exceso de liquidez
En cualquier caso, la crisis de especulación de 2008 no ha sido superada, pero sí identificada y, en parte, conjurada. Ahora llega la crisis de deuda, sobre todo de deuda pública, en los cinco continentes. La primera se debió a la codicia de los especuladores financieros, esta la codicia de los políticos amantes del gasto público.
Pero al fondo, la crisis más peligrosa, la que da sentido a todas las demás crisis, es el exceso de liquidez. Insistir en fabricar dinero barato es devaluar la economía. Dan ganas de gritar: “¡Volvamos al patrón oro!”. Creamos dinero para ayudar al pobre y es entonces cuando generalizamos la miseria.