- Es la escueta y rápida contestación del consejero delegado a la pregunta de Hispanidad, pero Álvarez no dice que no ni por qué no.
- Sobre una puja por Banco Mare Nostrum se extiende más y deja claro que la obligación es venderla "al mejor precio posible".
- El número dos del Santander no ve "apetito" de fusiones en España, ni nada "de particular" en Europa: debería ser real la unión bancaria.
- Asegura que la estrategia de la Cuenta 1, 2, 3 es rentable y que no cambiarán las condiciones actuales.
- Y sobre el momento político actual: "La previsibilidad ayuda para la que las inversiones crezcan".
La explicación de los resultados del
Santander ha corrido a cargo del consejero delegado,
José Antonio Álvarez (
en la imagen), evasivo y firme en las cuestiones que se le han ido planteando. Cuestiones, todas ellas relacionadas, indefectiblemente, con el momento bancario, por supuesto, pero también económico y político de España.
Si a eso añadimos el
impacto negativo en los márgenes de los tipos de interés -en mínimos históricos- sobrevuelan de nuevo las
compras y fusiones, dentro y fuera de España, y también la situación del Santander en
Reino Unido, tras el portazo del
Brexit.
Por partes. A la pregunta de
Hispanidad sobre si el Santander se plantearía la absorción de
Popular o
Sabadell, en caso de recibir el
encargo, ha sido contundente: "Es algo altamente especulativo". La respuesta del Ceo ha sido
rápida y escueta, sin decir ni
no y
por qué no, pero la pregunta no se planteaba
sin más ni más, cuando en el corazón del
Santander, como ha informado
Hispanidad,
se estudia una fusión con el Sabadell y ya ha habido contactos con la entidad, del mismo modo que
Josep Oliu, presidente de la entidad, espera un
tropiezo de
Ángel Ron, e
insiste en absorber al Popular para librarse del Santander.
Y sobre la posibilidad de comprar
Banco Mare Nostrum (BMN) todo depende de si se abre una subasta. En ese caso, se analizaría. En otras palabras,
no afirma y tampoco descarta: todo depende.
Ha dejado claro, en cualquier caso, que la obligación es vender la entidad
"al mejor precio posible" para recuperar la mayor parte de los fondos públicos puestos en ella (1.645 millones de euros).
Tiene su lógica: el Estado controla el 65% y
las pérdidas perjudican a todos los contribuyentes. Y otra idea: si las cajas nacionalizadas acaban en el sistema privado, lo que mejor es que vayan bien (también para todos).
Álvarez no ve
"apetito" para las fusiones en España ni cree que ese proceso, si llega, sea "rápido", pero lo ha desmarcado del momento político actual. Sobre la
formación de Gobierno, en concreto, ha añadido que lo que ayuda sobre todo es la
previsibilidad. Es el modo de que las
inversiones crezcan.
Lo dicho sobre
BMN vale también para el banco portugués
Novo Banco (analizar si se ofrece), aunque ha aprovechado para recordar que su filial en ese país, el
Totta, es la más solvente.
¿Fusiones en Europa? Es natural que se planeen, ha venido a decir -teniendo en cuenta la necesidad de captar ingresos y reducir costes-, pero sin nada en particular. Antes, ha dicho, debería ser efectiva y real la
unión bancaria. En estos momentos, además, la regulación europea no favorece las operaciones transnacionales (penaliza con más capital a los bancos más grandes).
Ese escenario es inseparable al nuevo marco que plantea el
Brexit y su posible impacto, pero también en este punto ha dicho poco:
"Aún es demasiado pronto". Dependerá de la evolución de la economía británica, del mismo modo que cotización futura de la libra, que "ya ha sufrido bastante".
De momento, el impacto al Santander en el Reino Unido ha sido limitado y no será mayor, ha dicho, por su actividad en
banca doméstica.
Todos han sido parabienes respecto a la
Cuenta 1, 2, 3, aunque ha añadido que es complejo determinar su
rentabilidad porque sus efectos se notan en muchos apartados (tarjetas, servicios, captación de fondos, etc…). Pero ha subrayado que
su estrategia es rentable y que no cambiarán las condiciones actuales de este producto. La cuenta tiene ya 1,5 millones de clientes y medio millón de nóminas.
El resto de cuestiones que se le han planteado tenían una contestación previsible. Pongan ahí que el banco no se plantea nuevos
ajustes de plantilla o sucursales después de lo hecho en el trimestre anterior o que el nuevo impuesto a los
cajeros en Madrid tampoco les gusta, aunque tendrán que gestionar su coste con el menor efecto posible.
Rafael Esparza