Pedro Sánchez durante el debate de investidura
Es lo que se denomina efecto colateral y es lo que ha provocado la fallida sesión de investidura de Pedro Sánchez de la que, por supuesto, el líder socialista sale muy tocado pero no solo él sino todos los que han protagonizado este nuevo fiasco que nos condena a alargar, un poco más, la parálisis política.
Mientras decide si marcharse al Palacio de Las Marismillas, en Doñana, Sánchez tiene claro que lo que ahora toca es desgastar al adversario, empezando por Podemos, claro. “Seguro que ya se está arrepintiendo”, dice sobre Pablo Iglesias y añade que ha llevado a su organización a un “callejón sin salida” mientras en el PSOE jalean a Izquierda Unida porque el pide el apoyo a Sánchez sin contrapartidas.
En el partido morado son conscientes de que nunca se les presentará una oportunidad igual tras su caída electoral, en un momento en el que la continuidad de Iglesias como líder está más cuestionada que nunca. Se habla de desánimo incluso de vergüenza en la formación morada, lo que ha empujado al grupo liderado por Alberto Garzón a reclamar al de Pablo Iglesias que negocie un acuerdo de contenidos políticos con el PSOE y no se empecine en una lucha por los cargos. Garzón recuerda a Iglesias el pacto que firmó con el PSOE de Pedro Sánchez para los Presupuestos Generales del Estado 2019, escenificado con todo boato el 11 de octubre de 2018.
Sobre Pablo Iglesias planea también la sombra del nuevo partido que Íñigo Errejón amenaza con crear para mayor preocupación de los podemitas. Y ahí entra en juego la estrategia ejercida por los socialistas dejando ver que en unos nuevos comicios generales, el ex número dos de Podemos, Íñigo Errejón, podría presentarse con su propio partido y arrebatarle a Iglesias el papel de socio ‘preferente’ del Gobierno.
“Seguro que ya se está arrepintiendo”, dice Pedro Sánchez sobre Pablo Iglesias y añade que ha llevado a su organización a un “callejón sin salida”
Pero el escenario no cambia solo para Pablo Iglesias sino también para el bloque de la derecha. Las presiones crecen y lo harán sobre todo a la vuelta del verano. La clave está en el ánimo de entendimiento que tengan socialistas y morados. Porque si no hay acuerdo, PP y Ciudadanos se encontrarán un problema de frente.
El cerco puede que se estreche algo más sobre Pablo Casado, es verdad, pero el escenario que se ha abierto tras lo ocurrido en Navarra, no es el más propicio para hacer concesiones
Sin embargo, el Gobierno insiste en apuntar al PP sobre todo después de que Alberto Núñez Feijóo sugiriera que si el PSOE les hace una “oferta seria” de pacto deberían estudiarla. Pablo Casado descarta que Feijóo se estuviera refiriendo a una posible abstención de su partido. “No apuntaba esa posibilidad. Lo que ha dicho es lo mismo que dije yo y es que el PP va a seguir tendiendo la mano al PSOE en pactos de Estado. Más no podemos hacer. Sánchez no puede hacernos responsables de una situación que él ha creado”.
Pero si el PSOE ofrece algo en firme, si se compromete a no subir impuestos, a no pactar con nacionalistas ni a ceder ante ellos entrando en el juego mediático de posibles excarcelaciones, por ejemplo, entonces Casado perdería varios de sus principales argumentos. Es más, y aunque las bases no quieren la abstención, parece que en cuadros medios, en algún que otro Ayuntamiento y en alguna comunidad autónoma hay una sensación de que, si se diera esa circunstancias, el PP debería intentar buscar una salida.
Casado descarta que Feijóo se refiriera a una posible abstención de su partido. “Lo que ha dicho es lo mismo que dije yo y es que el PP va a seguir tendiendo la mano al PSOE en pactos de Estado"
La situación de Ciudadanos, al que el PSOE siempre ha querido como compañero de viaje en esta legislatura, es mucho más mediática ya que cuando alguno de sus fichas estrellas y pesos pesados deciden abandonar el partido lo anuncian ante las cámaras, incluso antes de que se enteren en la formación morada. Lo hacía en pleno debate de investidura el diputado Francisco de la Torre que comunicaba personalmente al secretario general del partido, José Manuel Villegas, su dimisión del Comité Ejecutivo de Cs, después de que se hubiera filtrado a la prensa. De la Torre considera que "enrocarse en el 'no es no' no es hacer politica". Y que el partido debería negociar con Pedro Sánchez y plantearle una serie de condiciones para facilitar su investidura.
Esta dimisión se suma ahora a las de Toni Roldán, ex responsable de Programas de Cs, que era miembro del núcleo duro de Rivera, a la de Javier Nart, responsable de Asuntos Europeos, y a Xavier Pericay, que además era fundador del partido.
Todos salieron del Comité Ejecutivo por discrepancias importantes con la estrategia de Rivera, sobre todo por su negativa a explorar con el PSOE un Gobierno de centro que no dependa de los secesionistas catalanes. Desde la marcha de Toni Roldán, el equipo de Programas de Cs se ha ido desmantelando, generando un gran desbarajuste interno.
Este escenario de incertidumbre y de desmantelamiento de los equipos, añadida a la deriva del partido, que los críticos califican como posiciones más conservadoras y ultraliberales, ha pesado mucho en el ánimo de los que se han marchado. Pero, de momento, el núcleo duro de Cs está decidido a llevar su “no es no” a Pedro Sánchez hasta el final. Incluso en el caso de que la negativa de Cs a abstenerse aboque a unas nuevas elecciones.