En febrero de 2018, Josep Oliu afirmó, sobre su jubilación: “Estoy esperando a tener la edad de Paco”, (Francisco González, entonces presidente del BBVA). Este miércoles, preguntado por su retirada, ha aclarado que no, que en realidad lo que dijo es que cuando alcance la edad de FG, esto es, 74, “me lo pensaré”. Vamos, que tenemos presidente del Sabadell para rato, Oliu tiene 69 y la Junta de Accionistas de este viernes le renovará por otros cuatro años.

Así lo ha confirmado, durante un encuentro con la prensa. El Consejo ha tenido la “amabilidad” de plantear mi reelección, ha dicho.

No es ningún secreto afirmar que 2018 fue un año marcado por el TSB y el elevado coste que supuso la nueva plataforma tecnológica. Pues bien, Oliu ha desvelado el futuro que le espera a la filial británica. En mayo llegará la nueva CEO, Debbie Crosbie, con un mandato claro: elaborar el plan estratégico para los próximos tres años, que se presentará a finales del tercer trimestre o comienzos del cuarto.

Sabadell no va a emprender ninguna aventura internacional hasta que no rentabilice Reino Unido y México

El objetivo del plan no es otro que poner al TSB en disposición de entrar en un proceso de consolidación, esto es, en un proceso de fusión o venta. En otras palabras, el TSB tendrá tres años (2020-2022) para ganar en eficiencia -que significa eso mismo que están pensando-, ganar peso en pymes, etc. Todo para que, al final, esté en disposición de ser vendido a un buen precio.

¿Fusiones en España? “No hay ninguna operación encima de la mesa en estos momentos”, ha señalado el presidente del Sabadell. Ahora bien, la situación podría cambiar tras las elecciones generales y la reactivación del proceso de privatización de Bankia. “De momento está debajo de la mesa, pero como todas las cosas que están debajo, pueden ponerse encima en un momento dado”, ha explicado.

Por cierto, el Sabadell no va a lanzar ninguna ampliación de capital, “porque no la necesita”, ha aclarado Oliu, en respuesta a algunos analistas.

Y no, la entidad no va a emprender ninguna aventura internacional hasta que no rentabilice Reino Unido y México, es decir, no antes de tres años.