Este es el momento, porque la inversión de valores ha llegado a su cénit... y porque a usted puede quedarle poco tiempo: deje las cosas claras a su sucesor
Como hemos informado, el presidente argentino, Alberto Fernández, tiene verdadera prisa por legalizar el aborto y por ello presentó el proyecto el pasado 17 de noviembre.
Y eso que, en la Argentina, el Senado ya rechazó otro proyecto para legalizarlo en agosto de 2018.
Lo paradójico es que Fernández se dice católico pero se considera obligado a aprobarlo por la demanda social. Él lo explica así: “Yo soy católico, pero yo tengo que resolver un problema de la sociedad argentina. Valéry Giscard d'Estaing es el presidente de Francia que aprobó el aborto en Francia, y en su momento se lo reclamó el Papa de entonces, cómo siendo católico estaba promoviendo eso, y la respuesta fue ‘yo gobierno para muchos franceses que no son católicos y tengo que resolver un problema de la salud pública’”. “A mí me pasa más o menos lo mismo. Más allá que por más católico que sea, en el tema del aborto, me parece que la discusión es otra, no estoy muy de acuerdo con la lógica de la Iglesia sobre ese tema”.
La postura de Fernández equivale a decir: ‘yo soy católico, pero no puedo imponer mis convicciones a otros’, que es tanto como decir, ‘yo soy católico, pero no puedo prohibir el robo porque no puedo imponer mis convicciones a otros’.
Pero el tema, señor Fernández, es si el aborto es un mal en sí mismo, que debe ser prohibido en el código penal, al igual que los asesinatos o los homicidios.
Lo explicó muy bien el Papa Francisco en una reciente carta a unas mujeres de las villas Rodrigo Bueno, 31 y de José León Suárez, que le habían pedido que intercediera en contra del proyecto que se debatirá en el Congreso: "Y sobre el problema del aborto tener presente que no es un asunto primariamente religioso sino de ética humana, anterior a cualquier confesión religiosa". "¿Es justo eliminar una vida humana para resolver un problema?; ¿Es justo alquilar un sicario para resolver un problema?”, informa La Nación.
Además, en su último libro, ‘Soñemos juntos’, nacido en plena cuarentena, Francisco añade: “No puedo permanecer callado cuando entre treinta y cuarenta millones de vidas no nacidas se descartan todos los años por el aborto. Duele constatar que, en muchas regiones consideradas por sí mismas como desarrolladas, esta práctica se promueva a menudo porque los niños por venir son discapacitados o no estaban planificados. La vida humana nunca es una carga. Exige que le hagamos lugar, no que la descartemos”, informa La Nación.
Ante la pregunta que le hicieron a Alberto Fernández sobre si “¿el Papa se enojará mucho con esto?”, el presidente argentino respondió: “Yo espero que no, porque él sabe cuánto lo admiro, cuánto lo valoro y espero que entienda que tengo que resolver un problema de la salud pública argentina. Finalmente el Vaticano es un estado dentro de un país que se llama Italia donde el aborto está permitido desde hace muchos años. Así que espero que entienda”, recoge Aciprensa.
Pero Fernández se equivoca. Muy contento seguro que no está el Papa Francisco con lo que quiere hacer en su país el actual presidente con el tema del aborto…