“Él en sí mismo es una institución”. Con estas palabras ha introducido Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, al empresario y banquero Isidro Fainé este viernes, en la cumbre empresarial organizada por la patronal. Hoy tocaba hablar de la responsabilidad social corporativa de las empresas, y el presidente de la Fundación La Caixa, una de las mayores del mundo, con un presupuesto anual de 500 millones de euros, no ha defraudado.

Primera idea: el dinero de la obra social “no brota” de los árboles, “hay que ganarlo”. Fainé ha defendido su proyecto ‘Endowment’, adelantado por Hispanidad: convertir Criteria en una cartera de participaciones industriales, no superiores al 5%, que permitan recibir dividendos recurrentes y estables. Porque, como hemos dicho antes, los 500 millones de presupuesto anual de la Fundación La Caixa, y que benefician a 35 millones de personas, tienen que salir de alguna parte.

Por eso, Fainé está en contra de la prohibición de repartir dividendo, una norma que afecta tanto a las entidades financieras como a las compañías que se han acogido a las ayudas temporales de los ERTE. “Hay que defender que hay gente que necesita estos dividendos para complementar su pensión”, ha añadido.

Fainé ha rechazado la demonización de las cajas de ahorro, a las que el ex ministro Luis de Guindos dio la puntilla. Lo cierto es que la relación entre ambos siempre ha sido como las fincas de Extremadura: manifiestamente mejorable. Las cifras avalan el papel de las cajas, ahora convertidas en fundaciones bancarias: sólo el año pasado destinaron 845 millones de euros a obra social y llegaron a 35 millones de beneficiarios. ¡Ahí es nada!

Una última idea, de plena actualidad: “No podemos deshumanizarnos”, ha afirmado Fainé, refiriéndose a la digitalización de las entidades financieras. Y para ilustrarlo, ha contado que, cuando recibe la típica llamada comercial, él responde: “Aquí es la estación de Sants”, y se acabó la conversación.