Hispanidad publicó recientemente el caso del polaco que falleció después de que la Corte Suprema de Justicia de Reino Unido y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminasen  desconectarle la alimentación e hidratación que le mantenía con vida -o sea, que lo eutanasiaron-  pese a la oposición de algunos de sus familiares y pese a sus convicciones católicas.

Y no era la primera vez que el Reino Unido -por medio de los médicos y los jueces- eutanasiaba a una persona sin el consentimiento de los padres. Como informó Hispanidad, allí se han dado ya varios casos de niños que han sido eutanasiados después de que el Estado, por medio de los médicos y los jueces, ordenase la eutanasia y en contra de la voluntad de los padres.  En concreto, Charlie Gard, Alfie Evans e Isaiah Haastrup fueron niños que murieron en Reino Unido tras retirarles el soporte vital contra el criterio de sus padres y a los que los médicos y la Justicia británicas impidieron trasladarles a otros países para recibir tratamiento.

Pues bien: ahora se ha conocido que el Tribunal Supremo de Irlanda ha dictaminado que un hospital puede suspender el tratamiento médico de un niño con lesiones graves en contra de los deseos de los padres. El niño sufrió un accidente el año pasado que le dejó como secuela una distonía que el hospital no quiere seguir tratando y los padres sí, recoge Infocatolica.

Nadie -ni siquiera el Estado-  es dueño de la vida de otra persona

«La denegación de tratamiento a un niño no requiere necesariamente el consentimiento de los padres para ser legal si se basa en una decisión debidamente tomada en cuanto al interés médico del niño y se considere contrario a la ética médica seguir proporcionando dicho tratamiento», sentenció el Tribunal Supremo.

Sus padres creen que él querría que su vida continuara el mayor tiempo posible por cualquier medio necesario, pero su equipo médico piensa que esto no haría más que prolongar su sufrimiento, y «que lo mejor para él sería no administrar ninguna intervención intensiva o agresiva» en caso de una crisis distónica que no pueda soportar.

En este caso de Irlanda, al igual que en los anteriormente citados en el Reino Unido, el Estado se impone a la voluntad de los padres de tratar de mantener con vida a su hijo. Y en este caso, también, el Estado decide aplicar una eutanasia, algo que va contra la ley natural, pues nadie -ni siquiera el Estado-  es dueño de la vida de otra persona.