Se trata de un plano inclinado o pendiente deslizante muy difícil de parar que provoca que la vida no tenga ningún valor, especialmente la de los más débiles y vulnerables, y que sea a ellos a quienes se termine aplicando al eutanasia sin su consentimiento
Como informó Hispanidad, el Gobierno social-comunista de Pedro Sánchez aprobó recientemente la eutanasia en España.
Desde Hispanidad hemos advertido de que la ley, en sí misma, atenta contra la ley natural, porque todo el mundo puede saber con su recta razón -como principio ético universal, al que pueden llegar todos los hombres- que acabar con la vida de otro o con la de uno mismo transgrede una línea roja: la de respetar una vida que no nos hemos dado a nosotros mismos.
Pero también porque entrar en el terreno de la eutanasia supone empezar a deslizarse por un peligroso plano inclinado en el que, al final, quien decidirá sobre la vida de una persona será el Estado, a través de los médicos o de los jueces.
Y esto ya ha pasado en algunos países: en Bélgica y Holanda, los médicos han aplicado la eutanasia a centenares de pacientes sin su consentimiento. En el Reino Unido incluso se la han aplicado a niños como Charlie Gard y Alfie Evans contra la voluntad de sus padres, recogió Contando Estrelas Outono.net elentir.
Recordemos también la pendiente resbaladiza que han vivido los Países Bajos con la eutanasia, hasta el punto de que la actual normativa en Holanda también facilita la eutanasia para bebés menores de un año con el consentimiento de los padres. Y el último paso que quiere dar el Gobierno de Holanda es una reforma legal que permitirá practicar la eutanasia a niños de entre 1 y 12 años que sufran una enfermedad terminal.
Y en ese escenario de pendiente resbaladiza ha entrado Suiza. Pues en ese país, el número de suicidios asistidos, con 1.176 casos, se triplicó en 2018 en comparación con 2010. Esto se basa en los datos actuales de la Oficina Federal de Estadística de Suiza (comunicado de prensa, 14 de diciembre de 2020). En comparación con el año anterior, el aumento fue del 17%. Las cifras solo se aplican a las personas que viven en Suiza, recoge Infocatólica de Kath.
Así, el «suicidio con ayuda de terceros» como causa de muerte en 2018 ya representa el 1,8 % de todas las muertes en Suiza. Esto aún no incluye el número de extranjeros que viajan a Suiza como parte del llamado «turismo de eutanasia» para quitarse la vida a través de asociaciones de ayuda al suicidio.
Los límites entre el derecho a la libre autodeterminación, la presión externa y la seducción son angostos
«En Suiza existe una presión creciente sobre las residencias de ancianos y los hospitales para que abran sus puertas a los llamados ayudantes de suicidio», dice Kummer. En cualquier caso, los límites entre el derecho a la libre autodeterminación, la presión externa y la seducción son angostos. En 2016, el parlamento en el cantón de Ticino hizo una declaración clara: No hay derecho a asistir al suicidio en los centros de salud, decidió la mayoría de los diputados.
«Las cifras de Suiza son aterradoras: vemos que en sólo ocho años el número de suicidios en cooperación con organizaciones de ayuda al suicidio casi se ha triplicado», dice la especialista en ética Susanne Kummer. Si bien el número de suicidios se ha mantenido en gran parte constante en alrededor de 1,000 casos desde 2010, hay otros 1,000 casos de suicidio asistido. «Desafortunadamente, se confirma que donde se permite el suicidio asistido, hay una multiplicación. El suicidio es “contagioso”, solo en Suiza vemos una duplicación de los casos de suicidio», añade Infocatólica.
Un estudio estadounidense demostró ya en 2015 que la legalización del suicidio asistido aumenta la tasa general de suicidios. Las mujeres tienen más riesgo que los hombres, las personas con cáncer o multimorbilidades de 65 años o más tienen más riesgo que las personas más jóvenes. En Suiza, las personas con demencia y depresión también son víctimas de suicidio. Se sabe que el aislamiento social y la soledad son factores de riesgo de suicidio, recoge también Infocatólica.
En definitiva: a esto nos quiere llevar el Gobierno de Pedro Sánchez en España.