Despidos y protestas en banca
La semana ha comenzado con la protestas de los trabajadores del BBVA ante el Palacio del Marqués de Salamanca, la sede de la Fundación BBVA, en pleno Paseo de Recoletos (manifestarse en la Vela, la sede central ubicada en la periferia de Madrid, resulta más complejo) y en otras 14 ciudades. En el punto de mira, Carlos Torres y Onur Genç.
Y ojo, porque la semana terminará el viernes, con la junta de accionistas –más bien Junta de Sindicatos- de Caixabank en Valencia. Y ojo, porque, como ya hemos informado, José Ignacio Goirigolzarri exige que el FROB vote a favor, no le basta con la abstención, de su salario de 1,6 millones de euros.
Todos debemos desear que a los bancos les vaya bien, por tres razones: son el sistema de pagos, son el sistema de ahorro y no deben ser sustituidos por los fondos, mucho más dañinos
Al final, BBVA quiere despedir a 3.800 trabajadores y Caixabank a 8.000. ¿Cómo lo justifica la clase bancaria?
De entrada, y en esto tienen razón, aseguran que el regulador europeo, el Banco Central Europeo (BCE), tras un fugaz debate y un fugaz acceso de sensatez, acaecido allá por el mes de enero, pensó en suprimir el fenómeno más absurdo que vieron los tiempos: el de los tipos en negativo, vigentes desde el 2016.
No he dicho tipos bajos: he dicho tipos negativos. Pero tranquilos, enseguida volvimos a la locura del precio oficial del dinero… invertido. Pero vaya por delante que esos tipos no benefician a la industria ni a las familias: sólo benefician a los gobiernos irresponsables que endeudan a sus ciudadanos por un par de generaciones.
Volvamos a las excusas de los directivos bancarios: el BCE apoya los despidos en banca y renuncia a la subida de tipos. Por tanto, el negocio bancario deja de ser negocio y forzosamente hay que acudir a los despidos, a la reducción de costes, dado que no podemos acudir al aumento de ingresos. Lo de la digitalización es razón secundaria. La principal es que el negocio bancario, con tipos negativos, ha dejado de ser negocio.
Eso sí, la broma de la recolocación vía ETT empieza a resultar sangrante
Eso sí, señores banqueros: la broma de la recolocación de despedidos vía ETT empieza a resultar sangrante. Las empresas de trabajo temporal no crean emplean ni recolocan a nadie. Como su mismo nombre indica, venden trabajo temporal, pero, además no como recursos: se trata de su sentido social y corporativo. En plata: una empresa recurre a las ETT cuando no quiere comprometerse con un trabajador, cuando pretende echarle a voluntad, ante la menor dificultad. Por tanto, ninguna ETT, por muy multinacionales que sean, va a recolocar a los 8.000 de Caixabank o a los 3.800 de BBVA, ni a los 4.000 del Santander. Los banqueros deberían dejar de vender esa broma porque en la presente situación… más parece burla.
Al tiempo, eso sí, en el sector braman contra la vicepresidenta Nadia Calviño por la demagogia de “calentar” el ambiente con los sueldos. No, los sueldos de los directivos españoles, y el de Goirigolzarri menos que ninguno, no son excesivos comparados con los de otros países, aunque sí acepto que en la presente coyuntura, todo sueldo superior al millón de euros es excesivo, porque ante la tragedia la moral se vuelve cuantitativa.
El sector brama contra Nadia Calviño por “calentar” el ambiente con los sueldos
Ahora bien, lo que resulta un poquito hipócrita, señora Calviño, es apoyarse en la política de tipos negativos y luego bramar contra los despidos colectivos de la banca. Lo uno lleva a lo otro y usted lo sabe perfectamente.
El negocio bancario ya sólo es negocio en países en desarrollo, con tipos altos, al menos no negativos, y cuando se permite cobrar comisiones por pagos. Y es que cuando criticamos a la banca, olvidamos, no una, sino tres cosas:
1.Que la banca constituye el sistema de pagos del país, su principal aportación a la sociedad.
2.Que si la banca quiebra son tus ahorros los que quiebran.
3.Que los bancos están siendo sustituidos por los fondos de inversión como gestores de nuestros ahorros. Y los fondos son mucho peores que la banca, más especulativos, menos transparentes y basados en el principio de que el cliente puede perder pero ellos no pierden jamás. Pueden ganar menos pero siempre ganan algo… a costa del cliente.