La feminidad es un asunto demasiado importante como para dejarlo en mano de majaderas como Carmen Calvo o de miedicas como las ministras del PP
Anécdota real. Una importante exministra del PP, que lo ha sido todo en la política madrileña, charla con una amiga, ajena al mundo de la política. La pepera brama contra las declaraciones -estúpidas, ciertamente- de la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, en la que acapara para el PSOE y la izquierda todas las victorias feministas en pro de la liberación de la mujer. La pepera aduce que todas las políticas, no solo Carmen Calvo, han luchado por el feminismo y que las socialistas no se pueden atribuir el monopolio de la victoria.
Esperaba, sin duda, que su amiga apoyara tan sensato racionamiento. Por eso se quedó un tanto traspuesta cuando la interpelada aseguró:
-A mí me es igual lo que diga Carmen Calvo sobre el monopolio del feminismo, porque yo no me siento feminista.
No, no era eso lo que esperaba la todopoderosa exministra de Mariano Rajoy.
Si quieres que una sociedad degenere no tienes más que pervertir a la mujer. El resto viene de suyo y de serie. La mujer es demasiado importante
Y aquí viene la recontraenjundia del asunto: la mujer de derechas, y me temo que otras mujeres más importantes que las de derechas, al menos a estos efectos, por ejemplo, la mujer cristiana, mantiene un cierto complejo frente a las mujeres feministas. Un complejo de aspecto tonti-progre por el que todas se ven obligadas a declararse ardientes feministas. Como si el feminismo no fuera otra cosa que machismo con faldas, el antónimo del machismo pero de la misma casta. De hecho, el feminismo en la mujer resulta tan estúpido como el machismo en el varón.
Son pocas las mujeres que se atreven a declarar en público que no, que ellas no son feministas. Necesitamos que sean muchas más porque es mucho lo que está en juego. Por de pronto, la feminidad. Si quieres que una sociedad degenere no tienes más que pervertir a la mujer.
Insisto, si quieres que una sociedad degenere no tienes más que pervertir a la mujer. El resto viene de suyo y de serie: la feminidad es un asunto demasiado importante como para dejarlo en mano de majaderas como Carmen Calvo o de miedicas como las ministras del PP.